Se llama Tasa Enresa y es el impuesto que las gestoras de las centrales nucleares en explotación deben abonar a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) a cambio, explican desde el Gobierno, por los servicios que ésta “presta en sus infraestructuras”. Desde este mes, queda fijada en 10,36 euros/megavatio/hora y, con ella, se pretende desde el Ejecutivo “equilibrar los ingresos y los costes soportados por esta prestación”.

Central nuclear Vandellos II.

¿Quién contamina paga?

Según el Ministerio de Transición Ecológica, la actualización se aplica activando “el principio de que quien contamina paga” y permitirá que el Estado cubra los costes del desmantelamiento de las nucleares, que deberá asumir Enresa, la empresa gestora de los residuos. En realidad, implica que, además de obligar a las empresas eléctricas a cerrar sus infraestructuras nucleares, quiere hacerles pagar por ello. Con ello se consigue que el erario público no cargue con estos costes, pero a nadie se le escapa que las eléctricas (obligadas a cerrar unas instalaciones ya amortizadas que sólo producen beneficios) la trasladará a los consumidores. ¿Cómo? A través del recibo, muy probablemente.

Hasta el 2100

Y es que los trabajos de desmantelamiento de las centrales nucleares se prolongará, explican desde el Gobierno, hasta el año 2100, momento en el que se habrán eliminado las estructuras y almacenado de manera definitiva el combustible gastado en un almacén que todavía está pendiente de construirse. En España, el Estado realiza los desmantelamientos y la gestión de los residuos radiactivos como un servicio público esencial a través de la empresa pública Enresa. En países con energía nuclear, los titulares de las centrales deben dotar las correspondientes provisiones para hacerse cargo de todos los costes del desmantelamiento y de la gestión de los residuos radiactivos, que son costes operativos ordinarios de las centrales, según se explica desde el Ministerio.