Seguramente, se haya tratado de la campaña publicitaria mejor diseñada de la historia porque, de una manera u otra, los responsables de la misma han convertido a casi todo la población mundial en involuntarios portavoces, embajadores o lo que prefieras al tiempo que, además, conseguía de casi todos nosotros datos con los que hacer más atractivo todavía el producto. Hablamos, por supuesto de la IA generativa y, en concreto, de ChatGPT. Con todo, para llegar a concretar su potencial disruptivo –ése del que avisa hasta Bill Gates- a ChatGPT le faltan todavía muchas mejoras, porque no siempre acierta. Esta semana, sin embargo, ha surgido un problema aún más grave: las aplicaciones diseñadas para identificar los textos escritos con ChatGPT tampoco son perfectas.
¿La Constitución?
Y tan imperfectos son que según GPTZero, la herramienta que se considera más útil para identificar a los tramposos que prefieren no escribir, partes de la Constitución de 1787 de Estados Unidos se identifican, tras analizados por la herramienta, como probablemente escritos enteramente por IA.
¿Por qué sucede?
Lo cuenta el creador de GPTZero, Edward Tian. Por lo visto, todo tiene que ver con una costumbre muy extendida en USA que consiste en emplear como herramienta de entrenamiento para motores lingüísticos fragmentos de la Constitución de 1787. Al hacerse, se consigue que estos sistemas generen textos parecidos y, de ahí –o eso dice Tian- la confusión de GPTZero. Con todo, es inquietante, porque sucede como con los tristemente célebres verificadores de noticias tipo Newtral o Maldita.es. ¿Quién verifica al verificador?