ISIS, te cazaremos". No disparan, pero tienen armas. "Os trataremos como a un virus". Tampoco son médicos, pero prometen curas para la propaganda. "No perdonamos, no olvidamos". Y como en la película V de Vendetta, llevan máscara y quieren venganza..

Son Anonymous, el grupo internacional de hackcivistas –mezcla de hacker y activista– que tras los atentados de París del 13 de noviembre decidió declarar la “ciberguerra” al Estado Islámico (EI, Daesh). Es un nuevo tipo de conflicto bélico que opera con reglas propias, genera dudas morales a Estados y ciudadanos y tiene un solo objetivo: combatir la radicalización ideológica. “Espéranos”. Espéralos.

Wikileaks y Seguridad Nacional

El caso Wikileaks puso de manifiesto que la seguridad de los Estados no sólo podía ser vulnerada por medio de atentados o guerras. Las infiltraciones en archivos y bases de datos gubernamentales también son un ataque, justamente donde los gobiernos pretenden mantener información oculta. Por ejemplo, cuando se difundieron miles de documentos de los Estados Unidos sobre la guerra de Irak o Afganistán, generando tensión entre la seguridad nacional y la libertad de información.

 

Anonymous –un grupo de hackers de estructura abierta, transnacional y descentralizada– se erigió entonces como defensor de la organización, considerando que atacarla era también una forma de censura.

Sus integrantes habían operado antes en otras causas, siempre con el objetivo de incomodar a gobiernos y distribuir información, enarbolando la bandera de la libertad. El transcurso de la actualidad internacional ha generado un cambio en la percepción que tenían de ellos los ciudadanos: de “vulneradores” de la seguridad estatal a garantes y protectores de las mentes inocentes y supresores de propaganda terrorista.

Canales de guerra

“Las redes sociales son una plataforma para el Daesh con el fin de difundir el terror entre los jóvenes”. Con esta advertencia publicada en su canal de Youtube, Anonymous declaró la guerra al Daesh tras los atentados de París. Diferente estrategia, misma arma. Conscientes de que Internet es uno de los grandes canales que usa el Estado Islámico para captar adeptos y fomentar la radicalización, se creó @OpParisOfficial, que opera también con los hashtags #OpParis, #OpIsis #OpIceIsis.

 

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Hasta el momento, su tarea principal ha consistido en la detección y cierre de aquellos perfiles de Twitter que identifican como peligrosos.

Siempre abiertos a la adhesión de nuevos activistas, el grupo ha hecho también públicos hasta tres manuales para iniciar a otros usuarios en la caza del EI. El primero, NoobGuide, dirigido a combatir la piratería en general; el segundo, ReporterGuide, donde se explica como unirse a Anonymous y hackear perfiles de Twitter; y el tercero, la Searcher Guide, que ayuda en la tarea de detección de cuentas yihadistas o relacionadas.

La tarea ya ha sido agradecida por el ministro del Interior británico, John Hayes: “a aquellos comprometidos contra este tipo de maldad”, mostrando hasta qué punto ha cambiado la consideración de los gobiernos hacia Anonymous, los defensores de Wikileaks.

Ghost Security es otra forma de Anonymous que opera contra Al-Qaeda, Boko Haram o el Daesh. Bajo el lema “Somos los fantasmas que habéis creado” eliminan materiales ideológicos difundidos en Tumblr, Wordpress, Instagram o Vimeo, entre otras plataformas.

Su trinchera es la Dark Web, constituida por aquellos espacios de Internet para los que el usuario necesita un software específico. Así es más fácil que pasen desapercibidos.

Hasta el momento, la ofensiva más popular –por curiosa– ha sido la sustitución de una plataforma del Daesh con un anuncio farmacéutico de venta de Viagra o Prozac. El texto del banner decía: “Demasiado ISIS. Entra en este anuncio para que podamos actualizar la infraestructura y ofrecer todo el contenido que tanto anhelas”.

“Un yihadista que tuitea, es un yihadista que puede ser cazado”. Esta es la máxima de Ghost Security Group, grupo registrado de hackers (@GhostSecGroup y #GhostSecGroup) que persigue virtualmente el terrorismo. Su metodología consiste en la infiltración y la vigilancia: recopilan datos y hacen análisis de inteligencia para tener localizados en todo momento las webs y usuarios afiliados al terrorismo. Actúan desde la prevención y el control, junto a una serie de colaboradores como @CtrlSec, que hacen públicas las cuentas de los presuntos radicales en sus espacios públicos de delación.

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Los servicios de mensajería móvil también se han visto afectados. En Telegram el EI organizó un canal con 10.000 seguidores. La empresa denunció el hecho, afirmando que se usó para difundir información en torno a los atentados de París y la bomba contra el avión de pasajeros ruso. Al-Qaeda habría utilizado la plataforma. Parece difícil frenar estas prácticas cuando la política de privacidad del servicio es inquebrantable a menos que se trafique con pornografía infantil.

"¿Puede usted dormir tranquilo por las noches sabiendo que los terroristas usan su plataforma?" es la pregunta que Mike Butcher formuló a Pavel Durov, creador de la aplicación Telegram en una entrevista para TechCrunch.

Durov alegó que el Daesh “siempre encontrará canales para comunicarse”, de manera que no se pueden hacer “responsables”. Consideró que “el derecho a la privacidad es más importante que el hecho de que puedan pasar cosas malas”. Se defendió planteando el caso de una mujer rusa que habría sido chantajeada por la policía, infiltrada en sus comunicaciones deWhatsApp, su competidor.

Es una muestra de la tensión moral latente entre la seguridad colectiva y la privacidad individual, donde ambas comportan riesgos para los ciudadanos.

Sobre la moral

Como en todas las guerras, las virtuales también producen daños colaterales­, si bien en una escala menor. Una de las principales críticas a los hackivistas es haber desactivado cuentas en árabe de personas ajenas a la yihad. Según Anonymous, se habrían eliminado hasta 20.000 perfiles legítimos de Twitter, como denunció el usuario @th3j35t3r en su blog. Anonymous aceptó la acusación. Captura de pantalla 2015-11-28 a laso 13.23.55

 

La ciberguerra también presenta sus dudas morales. La investigadora Dorothy E. Denning, en The Ethics of Cyberconflict, explica que las acciones de Anonymous se considerarían éticamente correctas a pesar de vulnerar las cuentas privadas de otros usuarios. Lo justifica así: actúan por un fin social que ellos consideran aceptable, no son violentos, ni quieren obtener un beneficio personal y estarían dispuestos a aceptar el resultado y las consecuencias de sus actos.

Tropas Twitter

Los estados han tomado conciencia de la necesidad de desarrollar servicios de ciberdefensa. Es el caso del Reino Unido, que en abril impulsó la creación del “Batallón 77" o las “Tropas Twitter”. Estos cibersoldados complementarán las guerras sobre el terreno contra grupos terroristas y otros. El nombre tiene simbolismo: proviene de una división desplegada en Birmania durante la Segunda Guerra Mundial que utilizaba métodos innovadores.

 

En España, un caso equiparable sería el Mando Conjunto de CiberDefensa de las Fuerzas Armadas.

La Unión Europea también se ha mostrado ya partidaria de incrementar esas medidas a través de la Agenda de Seguridad. Pretende fomentar el desarrollo de la ya implantada Unidad de Remisión de Internet para reducir el volumen de materiales terroristas en la red, a la vez que financiar las iniciativas de los estados en esta línea. Al mismo tiempo, la unidad de Cibercrimen de la Europol estudia medidas para prevenir que los grupos terroristas se financien a través del fraude informático.