Si tienes hijos, nietos o sobrinos, seguro que te has hecho esta pregunta muchas veces. Expertos como los responsables de la compañía española de electrónica de consumo SPC han desarrollado un estudio para conocer la respuesta. Según Laura Cuesta, la experta en Educación que ha colaborado en el estudio, relacionar a los pequeños con dispositivos tecnológicos desde los dos años de edad es una buena idea, pero siempre con supervisión. Para esa edad, eso sí, comprar un móvil no es una buena idea.
Primero, la tablet
El primer dispositivo electrónico con el que deben entrar en contacto los más pequeños es la tablet: les permite trabajar la manipulación, entender el funcionamiento de los interfaces y descubrir contenidos visuales y musicales que amplían su esfera de conocimiento. Si los móviles les llaman la atención, es buena idea optar por uno de juguete para que el dispositivo no les resulte desconocido. Entre los tres y seis años, los dispositivos electrónicos no se deben usar más de una hora al día y, antes, con media es suficiente. De los seis a los nueve años, y siempre que el pequeño lo demande, se puede ampliar el plazo hasta las tres horas, pero el móvil personal no debe estar presente entre sus pertenencias.
A partir de los nueve, sólo para llamadas
Cuando pasan de nueve, los más pequeños de la casa pueden disponer ya de un móvil, especialmente si van solos al colegio o a alguna actividad extraescolar. Lo aconsejable es que se trate de un móvil sencillo, que sólo permita realizar y recibir llamadas y enviar mensajes. A partir de los 12, ya pueden disponer de un móvil inteligente. Eso opinan, al menos, desde SPC.
Consejos para un uso responsable
Más allá de si disponen o no de móvil propio, siempre es imprescindible que los más pequeños de la casa conozcan conceptos como privacidad, intimidad y seguridad en la red y no deben olvidar nunca las opciones de ocio offline. Del mismo modo, deben saber que en Internet hay riesgos y es imprescindible que conozcan qué es una fuente confiable. El ciberacoso, la difamación y las maneras de combatirlos no deben resultarles ajenos. Las normas y los límites, a poder ser consensuados, son fundamentales.