Finlandia, durante sus poco más de cien años de independencia como estado moderno, ha sido conocida por sus teléfonos móviles Nokia, su madera de altísima calidad, sus francotiradores increíblemente diestros y, también, como hogar de Papa Noël. Ahora, con la revolución verde por medio y tonterías como las anteriores aparte, el país escandinavo que custodia la frontera de la UE con la siempre conflictiva Rusia puede convertirse en la mayor potencia productora de hidrógeno verde del continente.
Ostrobotnia del Norte
La capacidad de producción que puede desarrollarse en Finlandia equivaldría hasta a un 10% de las necesidades totales de este combustible que podría llegar a tener Europa Occidental. Toda la potencia prevista se instalará en una región muy concreta: Ostrobotnia del Norte, con capital en la ciudad de Oulu y en el centro del país.
Capacidad eólica
Si Ostrobotnia del Norte acaba convertida en el emporio del hidrógeno verde que se pronostica será gracias a sus parques eólicos, considera el Centro de Investigación Técnica VTT de Finlandia. Así lo señala dicho organismo en un informe según el cual los parques eólicos de la zona podrían conectarse con una red de tuberías capaz de trasladar el hidrógeno verde que allí se produciría hasta los centros de consumo. Para producir el hidrógeno verde, basta son suministrar energía eléctrica producida por los parques eólicos previstos en la zona a electrolizadores que convertirán el abundante agua presente en la región en hidrógeno para usos energéticos.
Sólo hay un problema
Como tantos otros territorios europeos, Ostrobotnia del Norte tiene un amplio potencial de producción energética, pero su problema principal es cómo trasladar la energía que allí se producirá (en su caso mediante parques eólicos) hasta las áreas de consumo. Trasladarla y, por supuesto, almacenarla. El 10% de las necesidades de la UE son, con todo, palabras mayores y, por eso, desde la Comisión Europea se da por hecho que ese potencial va aprovecharse ¿Cómo? Pues con inversiones que pagaremos todos los europeos ya que, allí en Finlandia, el desarrollo de parques eólicos no es un problema. En España, con un potencial similar, todavía nos perdemos con estudios de impacto y declaraciones varias que, si para algo pueden acabar sirviendo, es para que otros se lleven el gato al agua. Tenemos sol y viento, cierto, pero también tenemos burocracia. En Finlandia, donde sólo tienen viento, quizá les acaba yendo mejor.