¿Vigilas a tu infancia a cargo con relojes inteligentes o móviles monitorizados? Seguro que sí y, si no es así, cómo mínimo habrás pensado en hacerlo. Si alguna de estas dos situaciones es la tuya, ten cuidado, porque puedes estar pasándote de la raya. La hipervigilancia a la que sometemos a los menores a través de los dispositivos electrónicos es ya, según muchos psicólogos, un problema cierto que puede lastrar su desarrollo.

Joven móvil ACN
Joven móvil ACN

Una tendencia en auge

Dentro del contexto hispanoamericano, fue primero en Sudamérica donde se generalizaron estos comportamientos. La inestabilidad política, las dificultades económicas y el auge de la delincuencia generaron un miedo creciente en la población y un deseo de proteger a la infancia de eventuales secuestros, robos y similares. La angustia de los padres se trasladó a los hijos y el resultado fue nefasto: una generación entera de jóvenes sudamericanos de clases medias y altas ha crecido con miedo a explorar entornos nuevos o a relacionarse con personas a las que todavía no conoce. Ahora, este proceder llega también a España, que vive una situación de inestabilidad y crisis económica, y existe un problema añadido: los dispositivos móviles son más baratos y accesibles. Hoy, en España, todas las familias pueden hipervigilar si quieren y los resultados ya los vemos: jóvenes y adolescentes incapaces de superar dificultades por sí mismos. Es lo que algunos han bautizado ya como la generación blandita. Y los tiempos que llegan son duros.

La vida es riesgo

La solución es compleja, porque implica aceptar que la incertidumbre y el peligro forman parte de la cotidianeidad y los padres debemos trasladárselo así a nuestras hijas e hijos. En caso de no hacerlo, nuestras angustias y miedos se trasladarán al menor que crecerá sin herramientas para, por ejemplo, hacer algo tan simple como ir al parque solo o tomar el autobús para ir a ver a sus amigos. Episodios como el del colegio mayor madrileño Santa Mónica muestran, directamente, hasta qué punto situaciones cotidianas pueden convertirse en lo que no son cuando se analizan desde puntos de vista adultos. Por suerte, todo indica que los protagonistas, sí que han sabido gestionarlo directamente. Vigilar está bien pero, en ningún caso, coartar. La tecnología, es cierto, aporta tranquilidad a los padres, pero el hipercontrol crea adultos incapaces, La solución siempre es la misma: confianza, comprensión y educación.