Cuando pienso en la realidad virtual, qué quieren que les diga, no puedo evitar acordarme de aquellas gafas de cartón con un plástico rojo y otro azul por cristales que, a través de los kioscos de todo el país, TVE vendió para que pudiésemos disfrutar de una película, supuestamente en 3D, que iba a ser algo tal que el descubrimiento de la penicilina aplicado a la televisión. Aunque yo lo recuerdo vagamente, mis señores padres dicen que la cosa fue bastante desastrosa y, por lo que he podido investigar, tienen bastante razón: la película en cuestión, titulada Fort Ti (al parecer del Oeste), era un rollo y, encima, el sistema de 3D no funcionó especialmente bien. Por eso, cuando estrenaron Avatar –una peli aceptable que vuelve ahora a los cines y no necesitaba (ni necesita) de esas chorradas para ser entretenida-, me acordé de aquello y me tomé el asunto un poco a broma. Después, cuando se empezó a hablar del Metaverso, tres cuartos de lo mismo. Por lo visto, a los empleados de Facebook les pasa algo tal que eso y el pobre Mark Zuckerberg anda por ahí casi obligándolos a que se apunten a hacer cosas en su mundo virtual.
Horizon Worlds
El mundo virtual en cuestión, Horizon Worlds, no deja de ser una visión revisitada del Second Life que, en su día, se intentó poner de moda con resultados discretos. Ni por aspecto ni por opciones, esta aplicación que da acceso a ese mundo fantástico en el que no se tienen piernas casi nunca y todo será posible, según Zuckerberg, es más atractiva que cualquier videojuego de esos con los que juegan los adolescentes de ahora. De hecho, tiene un cierto aspecto similar al del viejo universo de la Nintendo Wii y, por no tener, no tiene ni la gracia de los primeros Monkey Island. De todos modos, el dueño de Facebook parece haber encontrado una solución.
Obligando (que es gerundio)
Y sí, la solución es obligar: como en todas las empresas modernas y chachipirulis del mundo, en Facebook el salario emocional importa y hay que ser muy amigo de los compañeros de trabajo, pero no ya en el futbolín que te han puesto al lado de unas bandejas de fruta y que se ha pagado con el dinero que no incluyen en tu nómina, si no en el mundo virtual. Del mismo modo que, allá en los 80, el jefe que tenía mi padre –un tarado apellidado Campoy- en un concesionario Renault donde trabajaba sugirió a mi progenitor de manera conminante que cambiase nuestro Chrysler 150 por un Renault, el amigo Zuckerberg invita a sus empleados, mediante correos, circulares, SMS y todo lo que se le ocurre, a cambiar su vida real por experiencias novedosas en Horizon Worlds. Los mensajes son, más o menos, como éste:
"Para muchos de nosotros, no pasamos mucho tiempo en Horizon y nuestros sistemas de control muestran esto bastante claramente. ¿Por qué? ¿Por qué no nos gusta tanto el producto que hemos construido que lo usamos todo el tiempo? La verdad es que, si no lo amamos, ¿cómo podemos esperar que nuestros usuarios lo amen?"
Mi padre, el hombre, solucionó el problema que le generó aquel desaprensivo que tenía por jefe comprando un Renault 8 de tercera mano del que se deshizo en cuanto abandonó aquella horrible empresa y, en Facebook, parece que ni eso porque, tras aquel primer mensaje, los empleados recibieron éste:
"Todo el mundo en esta organización debería tener como misión enamorarse de Horizon Worlds. No se puede hacer eso sin usarlo. Entrad en él. Organiza momentos para hacerlo con tus colegas o amigos, tanto en las builds internas como en las públicas, para que puedas interactuar con nuestra comunidad."
En este caso, la posibilidad de dejar el empleo parece que no existe, ya que Instagram es del mismo dueño y, si tienes más de 35, es cosa incomprensible. Tik Tok tampoco es una opción, ya que son chinos y, seguro, las condiciones son peores que en Facebook, así que, más pronto o más tarde, tendrán que pasar por el aro o, y quizá esto es la mejor idea, deberán ponerse a trabajar de veras y hacer que, de una vez por todas, la realidad virtual no sea algo más aburrido que salir a la calle a tomarse una cerveza. Por cierto, las gafas aquellas de cartón se venden en Todocolección por 4 euros.