Siete años después de que Kellingley, el último pozo vertical que funcionaba en el Reino Unido sellase para siempre su caña, El gobierno británico que lidera Rishi Sunak ha dado el visto bueno final para que Inglaterra vuelva a contar con minas subterráneas. Será en Cumbria, al noreste del país y cerca de Escocia y, más en concreto, en Whitehaven, un antiguo polo químico y siderúrgico en el que la industria pesada hace décadas que es un recuerdo. En Cumbria, las últimas minas cerraron a mediados de los 80 y, ahora, más de cuarenta años después, el carbón del subsuelo volverá a explotarse ahora que el proyecto que empezó a diseñar en 2014 el ingeniero Mark Kirkbride tiene vía libre.
Woodhouse Colliery
Woodhouse Colliery, que así se llamará la explotación, espera extraer y procesar 2,5 millones de toneladas de carbón al año cuando, dentro de un lustro, alcance la producción máxima prevista. La mina empleará a 500 personas, generará 1600 empleos indirectos, aportará 2.000 millones de euros al PIB británico y el carbón que se extraiga de ella se destinará a usos siderúrgicos. La previsión es que la Woodhouse Colliery y la empresa que la explotará, West Cumbria Mining, funcionen durante medio siglo y las labores alcancen una profundidad máxima de 500 metros.
El diseño de la explotación, respetuoso con el entorno, contempla estructuras que cubrirán completamente las zonas de proceso de carbón y una galería subterránea que conectará la mina con estación ferroviaria de mercancías de Mirehouse. Bajo tierra, se utilizarán rozadoras y cintas transportadoras que trasladarán el carbón a la superficie sin generar polvo, ruido o impactos visuales negativos. Michael Gove, Secretario de Estado de Igualdad Vivienda y Comunidades, informó este 7 de diciembre del visto bueno definitivo del Gobierno y animó a los promotores a encarar la siguiente etapa del proyecto para que la que ya se considera la mina más moderna del mundo empiece a generar empleo y riqueza. En Gran Bretaña, en concreto en la villa galesa de Aberpergwm , funciona otra mina, esta a cielo abierto que produce 2 millones de toneladas al año y emplea a casi 200 personas.
¿Y en España?
En España, mientras, el carbón parece estar un poco menos proscrito con la construcción en El Musel, el puerto de Gijón, de una nueva zona de acopio de graneles que permitirá importar más carbón para, por ejemplo, alimentar los dos grupos de la térmica que todavía funciona en As Pontes de García Rodríguez, en La Coruña o las calderas de las de Aboño y Soto de Ribera, ambas en Asturias. El resto de térmicas del norte de España –excepto La Pereda, en Mieres y propiedad de Hunosa-, están cerradas y desmenateladas y las minas, igual: excepto el Pozo Nicolasa, también de Hunosa, y los modernos pozos-túnel de Pilotuerto y Cerredo; construidos en su día por Victorino Alonso. ¿Queda esperanza para el carbón ahora que se paga en los mercados industriales a más de 400 euros la tonelada y a 700 en los mercados domésticos para cocinas y calefacciones? Una tonelada de carbón a pie de mina en España sale por menos de 200 euros, pero la pregunta es simple ¿ganará el pragmatismo o el ecologismo extremo? En Gran Bretaña, el Gobierno ha elegido lo primero pese a las protestas de los grupos ambientalistas más exaltados.