La tecnología, o eso dice la RAE, es el conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamieno práctico del conocimiento y, también, el conjunto de procedimientos industriales de un determinado sector o producto. La cocina, por tanto, puede perfectamente calificarse como tal pues, de hecho, es una de las técnicas o disciplinas en las que nuestro país es puntero y ofrece al mundo más productos exportables. Uno de ellos, sin duda, es el calçot, protagonista de reuniones familiares y de amigos y, también, motor de un entramado agrogastronómico que también innova: este año, una de las tendencias de éxito es la venta de calçots ya cocidos que, si así lo desea el cliente, llegan a su destino pertinentemente acompañados de la preceptiva salsa romesco. Y todo, en algunos casos, se vende además vía Internet. Gastronomía, tradición y tecnología se dan la mano así y una vez más.

Amplia oferta
El crecimiento del número de productores de esta singular cebolla que los suministran ya cocidos para su consumo en celebraciones privadas ha crecido exponencialmente desde que la pandemia limitó las calçotadas populares, que desde la pasada temporada vuelven a recuperarse. Uno de los productores de calçot cocido más detacados (y más longevos) está en Castellnou de Seana, en Lleida, y se llama El Rebost de Ponent. Cada año, comercializan unos dos millones de calçots cocidos y miles de kilos de romesco casero. Son, sin duda, uno de los líderes nacionales de un sector en alza.

Venta online
La venta, además, se realiza online, pues el cliente debe reservar el pedido en una web en la que, además de seleccionar la cantidad que desea -el mínimo son 25- debe escoger dónde quiere recogerlo. De momento El Rebost de Ponent tiene siete puntos de entrega: uno en Castellnou de Seana, otro en Lleida, uno más en Tàrrega, otro en Juneda y, por último, otros tres en, respectivamente, Juneda, Cervera e Igualada. Por supuesto, disponen también de un restaurante propio en Castellnou. Las calçotadas hace años que son una industria pero, de un tiempo a esta parte, la producción de estas deliciosas cebollas que descubrió el mítco Xat de Benaiges (un controvertido payés de Valls que nadie sabe si realmente existió) es, al tiempo, arte, técnica y negocio.