Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), en Sidney, Australia, han creado un pequeño motor basado en los IPMSM (Motor sincrónico de imanes permanentes) que se usan habitualmente en los automóviles y otros medios de  locomoción eléctricos. La potencia y la velocidad máximas que alcanza el dispositivo que han diseñado lo convierten en el más rápido del mundo y se cuenta ya que podría servir para fabricar coches eléctricos más ligeros y con mayor autonomía.

Imagen del motor diseñado en Australia

Gracias a sistemas de inteligencia artificial

El diseño del nuevo motor se inspira en el puente Gyopo, una infraestructura ferroviaria de Corea del Sur, y su construcción ha sido posible gracias a un programa de optimización con la inteligencia artificial como fundamento que ha sugerido a los investigadores, uno de ellos coreano, una serie de mejoras que han acabado implementando. El sistema de inteligencia artificial ha sido diseñado, además, por los propios investigadores y evaluó una serie de diseños en función de distintos aspectos eléctricos, magnéticos, mecánicos y térmicos a partir de datos facilitados por el equipo del proyecto. De entre 90 diseños potenciales, el sistema de inteligencia artificial seleccionó el 50% mejor y repitió el proceso una y otra vez hasta que sólo quedó uno.

Coches más ligeros y con más autonomía

El resultado fue un motor IPMSM —un tipo de motor que lleva potentes imanes incrustados en sus rotores con los que pueden desplegar un alto rendimiento y una gran potencia y eficiencia— que, según ellos, mejora a todos los motores de este tipo diseñados hasta la fecha, ya que es más robusto, ha conseguido alcanzar más de 100.000 revoluciones por minuto y ofrece una densidad de potencia máxima de unos siete kilovatios por kilo. Es, en definitiva, un motor más pequeño y menos pesado que genera más potencia con menos energía y, por tanto, otorga mayor autonomía al vehículo en el que se monte. También es más barato, porque utiliza un 30% menos de materiales costosos como, por ejemplo las tierras raras. Sus aplicaciones potenciales van más allá de la automoción, ya que podría utilizarse también para sistemas de climatización y ventilación e, incluso, para el sector aeronáutico o la robótica.