En España se ha decidido que todas las que nos quedan estarán cerradas en 2035, pero en Japón tiene otros planes en relación a las suyas: el gobierno nipón acaba de aprobar una serie de cambios legislativos que permitirán que sus centrales nucleares puedan seguir en servicio después de superar el límite de 60 años de funcionamiento que para ellas se fijó cuando se construyeron. ¿Por qué lo hacen? Pues muy fácil: para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible y reducción de emisiones sin poner en peligro la continuidad del suministro energético.

 

Al revés de todo el mundo

Japón no hace nada distinto de lo que están haciendo ya Estados Unidos, que quiere sustituir térmicas por nucleares, o Francia, que tiene previsto construir seis nuevos reactores en los próximos años y prolongar la vida útil de las más de 50 que ya tiene al tiempo que las reforma para que puedan producir más energía. En España, mientras tanto, se fía todo a las renovables, que como es bien sabido, no ofrecen garantía de continuidad de suministro y, por si fuera poco, se hace sin que nadie haya presentado un plan serio de desarrollos eólicos marinos o, lo que es más urgente aún, infraestructuras de almacenamiento como las que requeriría cualquier sistema energético fundamentado en renovables que no quiera acabar dependiendo de terceros para garantizar energía constante, suficiente y asequible a las empresas y particulares del territorio al que dicho sistema sirve.

El ejemplo nipón

El paquete de cambios legislativos aprobado en Japón se denomina Proyecto de Ley de Transformación Verde y establece, entre otras medidas, que los sistemas de energía renovable aporte un 38% de las necesidades energéticas niponas y que las nucleares aporten el 20%. Hoy, las renovables cubren el 36% de las necesidades de suministro japonesas y las centrales nucleares, el 22%. En Japón funcionan actualmente más de cincuenta centrales de este tipo y sin ellas los nipones se verían obligados a importar energía y, también, deslocalizar su potente industria. En España, no obstante, no tenemos ese problema, porque la desindustrialización del país hace décadas que es un hecho. Con todo, queda una sola duda: si hasta los japoneses han sido capaces de vencer los prejuicios que rodean a la energía nuclear ¿cómo puede ser que en España, donde el incidente nuclear más grave fue el de Palomares, no sepamos hacerlo?