Parecen una tecnología novedosa, pero tienen ya casi 100 años: los diodos LED, fundamento de las hoy omnipresentes luces LED, rondan por el mundo desde 1927. ¿Cómo puede ser que no haya sido hasta hace nada que han desplazado a las bombillas de filamento de wolframio? Te lo explicamos.

LEDs
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Los primeros LED, en 1927, pero sólo eran de un color

Los diodos LED son sun invento ruso que data de 1927, el año en que Oleg Losev aprovecho las propiedades de un material semiconductor, el carburo de silicio en aquel caso, para producir luz con él aplicándole electricidad. El invento, aunque se difundió a través de diferentes medios especializados, fue tomado como una mera curiosidad a la que nadie era capaz de encontrarle utilidad práctica. La cosa cambió en 1964 cuando, con los primeros ordenadores, alguien decidió utilizar diodos en las placas de circuitos y, después, en las primitivas pantallas monocromo. En aquel momento, sólo había dos tipos de LED: verdes o rojos y la cosa no cambió hasta 1971, cuando se creó el primer LED azul.

La revolución

Y ahí siguieron, como un simple trío, hasta 1992, año en el que el japonés Suji Nakamura produjo el primer LED azul de alto rendimiento y se dio cuenta de que, si lo recubría con un material amarillo, conseguía la primera luz blanca de LED. De ahí a la situación actual, con las bombillas fenecidas y el LED convertido en sistema hegemónico, sólo había un paso: las primeras luces LED comerciales llegaron en 2002 y, conforme su eficiencia aumentaba y el precio caía, se convirtieron en lo que son hoy. De las lámparas incandescentes hoy ya casi nadie se acuerda y los LED lo llenan todo menos una cosa: todavía hoy, para simular que alguien se le ocurre algo, dibujamos una bombilla, incluso si se trata de un nuevo sistema de iluminación. Y con eso, mal que le pese al señor Nakamura, tendrán que cargar él y todos los que contribuyeron a desarrollar esa magnífica tecnología que es la luz LED.