La estampa del lince, desde hace décadas, se asocia al sur de la península y, particularmente, a Andalucía, pero existen núcleos estables de población en Castilla La Mancha y Extremadura también. Hasta hace unos treinta años existían también núcleos de lince ibérico en Castilla y León y, ahora, se quiere reintroducir la especie.

 

¿Dónde?

El plan que maneja la Junta de Castilla y León contempla sueltas de ejemplares en el entorno del parque natural de los Arribes del Duero (Zamora) y en la comarca del Cerrato, al sur de Palencia. En Aragón se baraja también la posibilidad de proceder de igual modo, pero es en Castilla y León donde el proyecto está más avanzado. De hecho, en el entorno de Almaraz de Duero (Zamora), se detectaron ejemplares incluso a principios de los años 90. En Aragón, la cuenca del Huerva (1000 kilómetros cuadrados en torno a un río que nace en Fonfría -Teruel- y que desemboca en el Ebro en Zaragoza) sería la zona elegida junto a la Sierra de Alcubierre, cerca de la villa de La Almolda y en el entorno del extremo sur de los Monegros.

¿Por qué?

La presencia del lince, se considera desde la Junta de Castilla y León, podría tener efectos beneficiosos para las zonas en las que se introduce y convertir los espacios colonizados por la especie en calcos de lo que la presencia del oso pardo (que nunca se llegó a extinguir) genera en la Montaña Palentina y Leonesa. En Aragón plantean consultar con los vecinos de las zonas en las que se reintroducirá la especie y en Castilla y León también. En ninguno de los dos casos, se adelanta, la reintroducción se hará de forma impuesta. En toda la península se estima que viven hoy cerca de 2000 linces ibéricos. En Catalunya, su reintroducción se está valorando también como remedio a la plaga de conejos que inquieta a la agricultura. La reintroducción en Aragón tiene motivos similares. En 2018, un lince ibérico fue localizado en Santa Coloma de Cervelló, pero no existen poblaciones estables en estado salvaje de la especie en ninguna provincia catalana.