¿Alguna vez has sentido que tu superior inmediato controla cada paso que da cualquier miembro del equipo porque no se fía de nadie y cree que todos (menos él) sois un hatajo de incapaces irresponsables? Si tal cosa te ha sucedido, eres una víctima más de una de las figuras más tóxicas que puedes encontrarte en los entornos laborales: el micromanager. Ser meticuloso tiene ventajas, pero estar siempre pendiente de los detalles es letal. De hecho, hasta Voltaire lo decía: "lo mejor es enemigo de lo bueno" y, por muy experto en lo suyo que sea ese jefe que te maltrata, seguro que no le llega al francés ni a la suela del zapato.

 

Como a delincuentes

De dicha (aciaga) figura hablaba esta misma semana en su perfil de Linkedin el consultor especializado en liderazgo y cultura organizacional Jordi Alemany, quien definía las situaciones que este tipo de managers generan de una manera muy gráfica: “Tienden a tratar a su equipo como delincuentes y malgastan su tiempo y energía persiguiendo a su equipo en lugar de fomentar la confianza y la colaboración”. A su entender, cuando se topa con un jefe de este tipo o, también, si sospechas que tú mismo puedes estar ejerciendo ese liderazgo tóxico hay que preguntarse tres cosas: ¿qué sentido tiene trabajar con personas en las que no confías? ¿Por qué contratas a alguien si crees que es incapaz de realizar su trabajo? Y, por último, ¿es posible que todo el mundo sea un inútil en el que no se puede confiar y tú seas la única persona responsable en el mundo?

 

Toxicidad

Para Alemany, el micromanagement es “un veneno altamente tóxico” capaz de destruir “silenciosamente” a una empresa cuando “se infiltra en su cultura”. Un jefe obsesionado con detalles insignificantes, concluye Alemany, “genera dolor, desmotivación, pérdida de compromiso y deterioro de la salud mental y física de quienes lo sufren”. Además, hace que se pierda talento y oportunidades y que hasta la rentabilidad se resienta. El formador, distinguido en el ranking Forbes Best Influencers de 2022, es categórico: “Si quieres que los resultados mejoren, saca de la organización a todos esos frikis del control” porque “liderar no es vigilancia, sino confianza”. Como decía Ovidi Montllor, si no queda otra bon vent i barca nova. Si no se larga él, lárgate tú.