Los mineros tienen, desde que arrancó la revolución industrial a finales del XVIII, un aura mítica forjada en años de luchas y reivindicaciones en torno a un trabajo duro como pocos que, aunque muchos no lo reconozcan, está detrás de las libertades de las que hoy disfrutamos y del bienestar la tecnología que hoy hace nuestras vidas más sencillas. Los mineros, por tanto, importan y mucho pero, para que una mina funcione, hacen falta más cosas. Y una de las principales son los ingenieros que se forman en las Escuelas de Minas o en las Escuelas Politécnicas. En Asturias, uno de los territorios mineros españoles por excelencia, funciona en Oviedo una de estas escuelas, la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales. Ahora, la Universidad de Oviedo, de la que depende el centro, quiere trasladar estos estudios a la Escuela Politécnica de Mieres, la capital asturiana del carbón y la única ciudad donde Hunosa mantiene un pozo abierto.
Un centenar y medio de estudiantes
En Oviedo estudian hoy 160 estudiantes, de los que 107 cursan el Grado en Ingeniería de Minas y el máster especializado. El resto estudia el Grado en Ingerniería de las Tecnologías Mineras y, a todos ellos, la Universidad de Oviedo quiere trasladarlos a la Escuela Politécnica de Mieres para que se impartan junto a otras ingenierías. Si ,a mudanza se concreta, la Escuela de Minas de Oviedo dejaría de existir después de 50 años de actividad en la capital asturiana. A priori, la decisión parece lógica, pues por historia y vocación, Mieres merece que estos estudios se impartan en su Escuela Politécnica. Pero, como en todo, hay dos versiones.
Necesidades urbanísticas
El traslado viene bien, incluso, a la ciudad de Oviedo, que liberaría una pastilla de 15.000 metros cuadrados. A la Escuela de Mieres, donde estudian casi 500 alumnos, le permitiría crecer y ala capital del Caudal, en continuo retroceso poblacional desde que Hunosa empezará a replegarse hace treinta años, le permitiría reivindicarsd como centro de investigación y generación de conocimiento e torno a una actividad tradicional en Asturias, la minería, que todavía tiene un peso importante en el economía de la región gracias a otros minerales que no son el carbón. Desde la dirección de la Escuela de Minas de Oviedo, todo se ve distinto: la Escuela de Minas pierde una ubicación histórica y los estudios, al integrarse en otro centro más grande, perderían prestigio. No quieren desaparecer como Escuela, consideran que estan arraigados en Obrero y, además, necesitarían unos laboratorios que sí tiene el centro de Oviedo y que no están en Mieres.
Desde la Universidad de Oviedo señalan, sin embargo, que la Escuela de Minas es pequeña y que alumnos y profesores ganarían integrándose en la Politécnica de Mieres, justo al lado del pozo Barredo, donde se estan desarrollando interesantes experiencias de aprovechamiento geotérmico, y a tiro de piedra del Lavadero del Batán, la térmica de la Pereda y el Pozo Nicolasa, lo poco que queda de Hunosa. El futuro de la minería, no lo olvidemos, depende de los ingenieros y, esta vez, todo indica que dos ciudades, unidas por lazos históricos y desconfianza de años, van a enfrentarse por un equipamiento del que depende buena parte de lo que una Asturias en reconversión perpetua haya de ser en el futuro inmediato. En Catalunya, por cierto, el Master en Ingeniería de Minas se imparte en la Escuela Politécnica de Manresa, muy cerca de Súria, la capital de la cuenca minera del Llobregat, donde se explota la potasa.