¿Podemos permitirnos seguir dependiendo de Rusia para importar uranio? La respuesta es no pero, si como el Gobierno pretende, en 2035 dejaremos de tener centrales nucleares operativas, dará igual, porque no precisaremos ni un sólo gramo de ese mineral. Sólo así (y entendiendo que, a despecho de las encuestas, Pedro Sánchez da por hecho que seguirá siendo presidente durante otros cuatro años más) se puede comprender que Berkeley Minera, la compañía que aspira a reactivar la extracción de uranio en España, siga sin recibir el OK que necesita para iniciar sus actividades
 

 

Seguridad de suministro

Los responsables de la compañía lo repiten una y otra vez: su proyecto proporciona, si sale adelante, seguridad en el suministro de una materia prima clave que, si no se produce aquí, debe importarse de China, Rusia o países satélites de esta última. De momento, la compañía tiene todos los permisos y cuenta, incluso, con la complicidad del territorio, pero el visto bueno definitivo no llega: el Ministerio para la Transición Ecológica ha rechazado la solicitud de autorización para iniciar las obras. ¿Qué ha hecho la empresa? Recurrir, pero la respuesta no llega

¿Qué hay en juego?

Lo que está sobre el tapete son quince años de trabajo e inversiones por valor de 100 millones de euros que, si fructifican, permitirían producir hasta 2.000 toneladas de uranio al año y dar trabajo a 2.000 personas. El argumento para el no es “la elevada incertidumbre en los aspectos geotérmicos e hidrogeológicos” referidos al almacenamiento definitivo de los residuos que se generarían y que, por supuesto, no podrán acabar en el gran almacén de residuos nucleares previsto en Villar de Cañas (Cáceres) al que hasta Zapatero dio su visto bueno y que, ahora, no se construirá. Mientras, Francia tiene decidido construir más nucleares y, si puede, quiere disponer también de su propio uranio. ¿Qué hacemos mientras nosotros? Berlekey Minera, de momento, insiste.