En España, cada año, se consumen unos 60 litros de cerveza por persona y se fabrican 40 millones de hectólitros. Son cifras que certifican la importancia de una industria cada vez más tecnificada que emplea a más de medio millón de personas. Más allá de las innovaciones que marcas líderes introducen en sus sistemas de producción, en realidad todo acaba dependiendo de una técnica muy concreta. Y aunque técnica y tecnología no sean lo mismo, sí que conviene, en honor de esas más de 500.000 personas que cada día trabajan para hacer a los amantes de la cerveza un poco más felices recordar esa técnica mágica, que no es otra que la de tirar una caña con maestría.

Espuma de cerveza
 

 

Vajilla limpia, vaso húmedo y primera salida descartada

Si el vaso o la copa que va a cobijar la cerveza presenta restos de jabón puede arruinarse el sabor de la caña, por eso es muy importante que la vajilla esté bien limpia. Una vez comprobada ya la limpieza, el primer paso para tirar una caña perfecta es mojar el vaso en el filtro mojacopas que tienen los grifos para eliminar cualquier rastro y permitir que el agua forme una película que permitirá que la cerveza se deslice mejor. Cuando se abre el grifo, hay que dejar que corra un poco de cerveza antes de colocar debajo el recipiente. El primer golpe que sale del grifo es lo que ha quedado de la tirada anterior y suele ser, en su mayoría, espuma que llenaría la copa o el vaso que estamos usando. Cuando coloquemos el vaso o la copa bajo el grifo debemos hacerlo en ángulo de 45 grados y cerca de la salida del líquido para que este se deslice suavemente y no se genere un gas que forme espuma y eche a perder el tiraje. Se coloca en esta posición hasta llenarlo al 75 por ciento de su capacidad y en ese momento se pone en vertical y se aleja del grifo. Al terminar se debe colocar el vaso en la superficie golpeando suavemente, con este truco se eleva el gas carbónico del fondo.

Rematar con espuma

Este último paso decidirá la calidad en el tiraje de la caña. El grifo debe abrirse solo un poco, 25 por ciento de su capacidad, o abrirse hacia el lado contrario, dependiendo del grifo; se introduce el vaso ya lleno de cerveza y se deja que la espuma que se había formado al tirar el líquido salga para que su lugar lo ocupe la crema de la cerveza.