En verano, cuando todo el mundo dispone de más tiempo libre, los ciberdelincuentes no sólo no descansan, si no que redoblan esfuerzos, especialmente los que tratan de estafar por teléfono. Durante lo que llevamos de verano, y desde diferentes teléfonos como el 684460103, el 603 23 5926 o, también, desde fijos como el 923659938, supuestos agentes del “departamento de facturación” de diferentes eléctricas se han puesto a ello.

Spam telefónico
 

Incidencia ficticia

La llamada siempre empieza igual: con tono grave, inquisidor y apremiante, el estafador se identifica como un “agente del departamento de facturación de Endesa” –o de cualquier otra eléctrica- y comunica al interlocutor que hay una incidencia grave con su contador y unos datos que debe actualizar con premura. En la conversación detallan que, meses antes, se remitió un comunicado a la víctima y se informa también de que ese comunicado no se atendió y que la actualización supuestamente necesaria no está hecha y debe hacerse. Las consecuencias de no atender a tal exigencia pueden ser diversas y van desde la obligación de tener que hacer frente a unos teóricos peajes que encarecen la factura a, incluso, el corte inmediato del suministro. Si se atiende a su petición, el llamante ofrece a la víctima “actualizar” unos datos que no son otros que el nombre, el DNI, el domicilio y demás. Al principio, sólo piden que esos datos se validen –disponen de ellos- y, al final, reclaman un número de cuenta.

El objetivo

El objetivo de la llamada no es actualización alguna, sino un simple cambio de compañía comercializadora. Los estafadores disponen de datos obtenidos de manera fraudulenta y buscan conseguir el consentimiento del estafado para cambiarle de comercializadora o, también, para obtener datos bancarios. El precio que se acaba pagando siempre es algo: cargos no autorizados en cuenta o facturas de la luz abultadas a precios superiores a los habituales. Las víctimas, como siempre, son los más vulnerables: personas mayores o con limitaciones que desconocen los rudimentos de un mercado, el de la energía, cada vez más complicado. ¿Hay solución? Sí: cortar la llamada a la más mínima duda o, si te atreves, tomar un papel activo en la misma y preguntarles quiénes son, de dónde llaman exactamente, qué contrato es ese del que te hablan y por qué tienen datos que no deberían tener. La respuesta, si así se procede, siempre es la misma: cuelgan.