Los móviles, como tantas cosas en esta vida, avanzan que es una barbaridad, pero la incómoda verdad es que el común de los usuarios tiene bastante para su vida cotidiana –y eso pensando en hard users- con dispositivos que no pasan de los 300 euros. Con todo, los fabricantes no paran de innovar y, cada año, desarrollan nuevos modelos que nos atraen como las moscas a la miel y cuya compra, muchas veces, desequilibra las economías familiares. La generalización, también para los móviles, de sistemas de disfrute como el renting nos advierte de un hecho: el desarrollo de estos dispositivos y lo que ofrecen avanza a mucha mayor velocidad que el crecimiento de las rentas familiares. ¿Incluyen pues los móviles utilidades que ni usamos ni necesitamos ni podemos aprovechar de ninguna manera pero encarecen el precio final? Sí, las incluyen. Y las que siguen son algunas de ellas.
Elevadas tasas de refresco
La tasa de refresco de un móvil es la velocidad a la que se actualiza la imagen que se nos muestra en su pantalla. Se mide en hercios y los hercios (o ciclos por segundo) son las veces que un suceso se repite en la sesenteava parte de un minuto. Los móviles, hasta hace nada, tenían todos la misma velocidad de refresco: 60 Hz pero, de un tiempo a esta parte y con la generalización del uso de los móviles para disfrutar de juegos, la tasa de refresco ha ido aumentado. En 2020, los móviles más caros ofrecían tasas de refresco de 120 Hz y, hoy, hay dispositivos que alcanzan los 144. El problema es que, como todo, las utilidad de las tasas de refresco está condicionada por los sujetos que las disfrutan. En este caso, los sujetos somos nosotros o, más bien, nuestros ojos. Y nuestros ojos ya no son capaces de apreciar más mejoras: la diferencia entre 90 Hz y 120 Hz casi ni se nota si se mide con ojos humanos y el salto a 144 Hz es imperceptible. Además, la mayoría de los juegos que pueden funcionar en un móvil no soportan tasas de más de 120. Hay algo, eso sí, que consiguen como las tasas de refresco de 144 Hz: hacer que la batería se agote antes.
Memoria RAM a cascoporro
Un usuario convencional tiene de sobras con 8 GB, que es lo que se necesita para navegar por internet, escuchar música, ver vídeos, jugar y usar las redes sociales. Si te van los juegos muy complejos y elaborados, quizá necesites 12 GB, pero no más. Con esto, pasa lo mismo que con los coches de 300 CV. ¿Para qué los quieres, además de para pagarlos y presumir, si no vas a poder correr nunca a más de 120 km/h?
Las cámaras
Los megapíxeles también se venden a peso, pero más píxeles no equivalen a más calidad y ahí están las cámaras de los iPhone para demostrarlo. Con más píxeles aumentas la resolución y podrás recortar tus fotos sin perder calidad, pero te ocuparán más espacio. De todos modos, un usuario convencional no necesita tanto porque, recordémoslo, un móvil sirve, principalmente, para hacer fotos que después enviaremos por Whatsapp y por mail o colgaremos en redes sociales con el factor de compresión que estas aplicaciones imponen. En muy pocos casos tomaremos con ellos fotografías que deban imprimirse físicamente.
Resolución
Grabar vídeo en 4K permite ya tomar imágenes excelentes y, hoy, cualquier móvil de gama media-alta ofrece eso. Cabe recordar también que los vídeos que grabamos con el móvil se consumen, principalmente, en teléfonos, tablets, ordenadores portátiles y similares. No son, en ningún caso, pantallas lo suficientemente grandes como para que podamos apreciar la diferencia entre el 4K y el 8K. Si en 2018 Steven Soderbergh estrenó Unsane, una película grabada íntegramente con un iPhone 7 que funciona en 4K, tú no vas a necesitar más para grabar las chorradas que cuelgas en Tik Tok. Ni siquiera te hará falta tener 8K si grabas vídeos que compartes en perfiles de redes profesionales.