Los cereales suben, la harina también lo hace y comprar pan cada día está a punto de convertirse en un lujo si el pan que escoges es de calidad. Congelar se convierte así en una opción, pero no vale hacerlo de cualquier manera: hay una técnica perfecta .

¿Qué hay que hacer?
Lo primero es saber con qué tipo de pan estás midiéndote: una hogaza puede durar hasta ocho días en condiciones si la conservas a temperatura ambiente y envuelta en una bolsa de tela. Quizá, por tanto, congelar no merezca la pena. Las barras, en cambio, sí que se echan a perder más deprisa y, por eso, congelar es una buena opción. Si el pan esta cortado, olvídate de conservar a temperatura ambiente: o congelas lo que no te comas en el día o lo tiras.
¿Y cómo se congela?
Congelar piezas enteras nunca es una buena idea: conviene cortar el pan en trozos o rebanadas y guardarlo en bolsa de plástico o envolverlo en papel film ya que, de lo contrario, los sabores de otros alimentos que conserves en el congelador podrían contaminarlo y a nadie le gusta un pan que sepa a sardinas, por ejemplo. Otra opción para preservarlo es envolver cada rebanada o trozo en papel de cocina y, luego, en papel de aluminio.
¿Y lo de descongelar?
Lo mejor es echar mano del horno porque los almidones y el aire romperán los espacios cristalizados y el pan recuperará la misma suavidad que el primer día y estará igual de crujiente. Basta con hornear a 180º durante cinco minutos. Si tienes prisa y has de usar el microondas, envuelve el pan en un paño fino o en papel de cocina y coloca junto a la rebanada o el trozo que vayas a descongelar un vaso de agua. Y no te olvides de utilizar la potencia más baja en intervalos de 30 segundos hasta que se descongele o de, en su defecto, emplear la función de descongelado.