Del efectivo, explican, habrá que olvidarse y de las tarjetas, según pretenden las grandes empresas financieras, parece que también porque su objetivo es que acabe todo el mundo pagando con el móvil. ¿Por qué? Pues porque evita tener que imprimir tarjetas y hace todavía más imprescindible un dispositivo, que, muy pronto, utilizaremos incluso para el más insospechado. La conexión NFC (Near Field Communication, por sus siglas en inglés) conecta cualquier móvil con otro dispositivo y, en más de para compartir archivos, sirve para hacer pagos con el móvil de manera inmediata. Las tarjetas, pronto, pueden acabar encarando el mismo camino por el cual ya transitan desde hace años las memorias USB. Sin embargo, pagar con el móvil comporta ciertos peligros que hay que conocer.

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El límite de los 20 euros

Como las tarjetas, los móviles están también afectados por el límite de los 20 euros, que a veces son 50. El mencionado límite permite hacer pagos sin verificación de ningún tipo con solo acercar el dispositivo de pago (móvil o tarjeta) en un datáfono. El código PIN no hace falta y, por lo tanto, en caso de robo o extravío, se trata casi de una invitación para los delincuentes. Que te roben una tarjeta es posible, pero que te sustraigan un móvil (o que lo pierdas) es, por desgracia, mucho más frecuente. ¿Os imagináis la serie de operaciones de hasta 50 euros que cualquier ladrón puede hacer hasta que te das cuenta de que te han sustraído el móvil o a tarjeta? La comodidad, muy a menudo, comporta riesgos notables.

¿Qué podemos hacer?

El primero, bloquear el móvil siempre con un código, patrón o sistema de reconocimiento facial, porque un teléfono bloqueado no sirve para pagar ni, de hecho, para hacer ninguna cosa. Otra opción interesante es establecer siempre un doble factor de autenticación para acceder a la cartera digital y hacer uso. Resulta también útil configurar el dispositivo para que siempre se exija el código PIN al hacer un pago, independientemente de su importe. Con todo, hay una opción mucho mejor que todas estas: desactivar el sistema NFC siempre que no vayas a hacer un pago. Hay, sin embargo, otro riesgo: cuando se paga con el móvil, la percepción de estar haciendo un gasto es casi nula y el volumen de compra se dispara. ¿Buscan las grande empresas financieras que el consumo no tenga límites? A buen seguro.