En España hay más perros que menores de catorce años: en concreto, en 2021 se contabilizaban 6,7 millones de canes frente a 6,26 millones de niños y niñas. Y, por eso, del mismo modo que padres y madres nos preguntamos por que nuestros bebés lloran o nuestros infantes y adolescentes hacen cosas a veces incomprensibles, es normal que quien tiene perros se interrogue por las razones que llevan a su mejor amigo a ladrar incluso cuando no conviene. Los motivos, hay que tenerlo claro, son diversos.
Para comunicar emociones
El ladrido, junto al movimiento del rabo, es una de las principales herramientas de las que disponen los perros para comunicar sus emociones y, por eso, cada vez que emiten ese sonido característico, pueden querer decir una cosa distinta. Descubrirlo no siempre es fácil, pero la actitud corporal de nuestro perro da pistas, al igual que la de la persona o animal hacia el que esos ladridos se dirigen a veces. Hay, por tanto, ladridos que expresan miedo, ladridos que constituyen una advertencia y ladridos que son sólo son invitaciones para jugar o simples muestras de entusiasmo. Y no siempre se ladra a una persona o a otro animal: a veces se ladra a ruidos, a olores o a cosas que nuestro perro ve extrañas o inquietantes. Todos estos que detallamos son ladridos sanos que no deben preocuparnos: el perro se expresa y quiere llamar la atención de quienes le rodean y lo hace de la mejor manera que sabe: con un sonido característico e inconfundible.
¿Hay ladridos preocupantes?
Por supuesto: son los que evidencian patologías. Se trata, por ejemplo de ladridos excesivos y reiterados que se repiten ante un estímulo concreto que el perro asocia a una experiencia traumática. Por ejemplo, un perro que ha sido maltratado ladrará siempre que detecte cerca de él a quien le ha infringido el maltrato o, también, si percibe algún sonido u olor que evoque aquel momento. El perro ladra entonces no para expresarse, si no para conjurar el peligro y advertirnos de que necesita nuestra ayuda. Son, en definitiva, ladridos que expresan algún tiempo de ansiedad o miedo y, si se repiten demasiado, deben tratarse. Por último, están también los ladridos sin justificación, que son, precisamente, los que más deben preocuparnos, ya que constituyen una evidencia de algún proceso de deterioro mental que sufre nuestros amigo porque los perros, como las personas, también experimentan mermas cognitivas con la edad. En todo caso, si tienes un perro, jamás le recrimines sus ladridos: igual que el gato caza ratones, el perro ladra y su humano a cargo debe, siempre, estar atento para descubrir qué quiere decirle. Mi perro, Cloud, por ejemplo, está ladrando ahora mismo y lo hace, ahora me doy cuenta, porque ya es su hora del paseo. Así que, si me permiten, lo dejamos aquí.