La Cuenca del Guadiato, y más en concreto su capital Peñarroya-Pueblonuevo, es una de las comarcas más afectadas por el desordenado cierre de la minería del carbón (minas y térmicas) que se ha acometido durante los primeros años de este siglo. De los 30.000 vecinos que llegó a tener en los años 30, hoy quedan poco más de 10.000. El último pozo vertical de la zona (María, que Encasur vendió en 2016 y que fue declarado BIC poco después para evitar su desmantelamiento) cerró en 2005 y la última mina a cielo abierto, en 2012. La térmica de Puente Nuevo, en la cercana localidad de Espiel, cerró en 2020. Ahora, dos empresas francesas (Adamant y Technique Solaire) promueven una planta fotovoltaica en la zona que podría crear hasta 230 empleos.

Placas solares.

130 millones de euros

El proyecto contempla una inversión de 130 millones de euros que permitirá construir en las inmediaciones de Peñarroya un desarrollo fotovoltaico de 170 MW. Durante la fase de construcción, se ocuparían 190 personas y, después, con la planta ya funcionando, se generarán 30 empleos directos y unos 200 indirectos. El capital, como ya fue en su día el que permitió activar las minas de carbón a mediados del XIX, vuelve a ser francés.

Antiguas instlaciones industriales de la SMMP en su apogeo.

Las instalaciones, hoy.

Y en Puente Nuevo, un centro de renovables

Además, en la central de Puente Nuevo, la portuguesa EDP planea un centro de energías renovables que implica una inversión de 400 millones de euros. En la fase de construcción, se empleará a 1.500 personas y, una vez completadas las instalaciones, se ocuparán de manera directa 50 personas y 1.200 de manera indirecta. Entre estos proyectos y la conversión del rico patrimonio industrial de la zona en activo turístico, Peñarroya aspira a recuperar parte de lo que en su día fue. Si Endesa (dueña de Encasur), en lugar de desentenderse del futuro de una zona que le reportó notables beneficios se hubiese implicado, por ejemplo, en la dignificación del Cerco Industrial y del Pozo María, seguro que los peñarriblenses lo tendrían un poco menos difícil. De momento, y por aquello tan andaluz de no perder nunca la esperanza, cada año celebran el Día del Cerco y hacen que de las viejas chimeneas de las abandonadas instalaciones de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya salga humo de colores. Si nada se frustra, en breve podrán hacerlo para celebrar que el futuro del Valle del Guadiato es un poco mejor. 

Térmica de Puente Nuevo.