Repasa las herramientas y aplicaciones tecnológicas que has usado hoy. ¿De dónde vienen? Probablemente, casi todas estén fabricadas en China y, algunas, se habrán diseñado en Estados Unidos. Las aplicaciones y programas, esos seguro que todos, tendrán sello estadounidense. ¿Por qué ninguna es Europea? El profesor del IESE y conferenciante Pablo Foncillas tiene una teoría que explica por qué el continente que lideró el desarrollo de la ciencia, la técnica y el conocimiento durante (casi) los últimos 2.000 años está ahora, tecnológicamente hablando en segunda división.
No tenemos suficiente población
En toda la UE, vivimos unos 450 millones de personas y en China, unos 1.400 millones. Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, tienen más de 600. China mantiene su población estable y la de Estados Unidos y sus vecinos inmediatos, crece. Como ejemplo, Foncillas pone la Cuenca del Yangtsé, la región más dinámica de China: allí viven cerca de 600 millones de personas, más que en Europa. Los norteamericanos también nos ganan: Nueva York, Los Ángeles, Chicago y, si vamos hacia el Sur, México DF; por citar algunas están allí. Cualquiera que abra un negocio en esos territorios lo tendrá más fácil que en Europa Occidental, un territorio en el que sólo tenemos dos megalópolis: Londres y París. Las grandes concentraciones de población son uno de los elementos que facilitan su actividad a las empresas.
El marco legal
El marco legal es otro de esos factores. Tanto China como Estados Unidos han sabido legislar para favorecer el desarrollo de grandes empresas capaces de impulsar cambios disruptivos. Para Foncillas, es un elemento “muy importante” y Estados Unidos es el ejemplo evidente. En Europa, todo cuesta más.
Los idiomas
Foncillas no lo dice, pero en Europa hablamos demasiados idiomas distintos a pesar de que utilicemos el inglés como lingua franca y seamos social y culturalmente parecidos. En China se apañan con un solo idioma y en Estados Unidos y los países de su área de influencia inmediata, también porque, aunque el español se hable, el idioma de los negocios es el que usaba Shakespeare. Son, además y tanto uno como otro, países capaces de atraer talento foráneo y, lo más importante, retenerlo. Hace décadas, en Europa también sabíamos ¿por qué ahora no? O espabilamos o acabaremos convertidos en una mezcla de balneario y parque temático.