Los sistemas de almacenamiento de energía son dispositivos o infraestructuras conectadas a la red eléctrica que permiten almacenar energía excedentaria y suministrarla a la red de nuevo en momentos en los que no hay producción suficiente para atender la demanda o, también, durante situaciones y eventos que interrumpen la generación eléctrica. Sin ellos, y dado el papel protagonista que tendrán en el mix energético tecnologías sin continuidad en la producción como la eólica y la fotovoltaica, la revolución verde no será posible.

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Sistemas

Los sistemas más habituales son los de almacenamiento por bombeo, que son infraestructuras hidroeléctricas formadas por dos embalses o depósitos en las que el agua, mediante el uso de energía excedentaria se bombea a un depósito superior para, cuando hace falta más energía, liberarla hacia el inferior y generar electricidad que se puede suministrar a la red. El problema es que estos sistemas no se pueden ubicar en cualquier sitio y que, además, no son baratos de construir. Con todo, existen alternativas, porque, sin sistemas de almacenamiento, la transición energética no será posible.

¿Hay suficientes infraestructuras?

De momento, no. En China, cada año instalan 5 GW de baterías y en Estados Unidos aspiran a contar con 55 GW de almacenamiento en escala de red y de 8 GW en consumo residencial. India ha redactado ya un plan para instalar baterías en todo su territorio y en Europa la Comisión Europea ha publicado un documento que recomienda a los diferentes países miembros impulsar este tipo de infraestructuras. Con todo, hay que tener claro que las baterías son sólo un complemento, porque la mayor capacidad de almacenamiento derivará de instalaciones de bombeo, que pueden ser complejos hidroeléctricos convencionales o, tambiénminas cerradas convertidas en sistemas de este tipo.

Energia eolica / Pexels
 

Desarrollos imprescindibles

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible plantean un escenario de cero emisiones en 2050 que sólo será posible mediante el despliegue de instalaciones solares y fotovoltaicas (principalmente, porque también está el biogás, la geotermia o la energía mareomotriz, entre otras) en los cinco continentes. En paralelo, se electrificarán más actividades productivas y sistemas de transporte, lo que disparará la demanda. A los sistemas de bombeo habrá que añadir otros dispositivos de almacenamiento (baterías) en aquellos lugares en los que sean la única opción. Sin unos y otras, no se podrá responder a los picos de demanda ni superar una de las principales carencias de las renovables: la imposibilidad que los sistemas solares y fotovoltaicos tienen de ofrecer continuidad de suministro. Si no se construyen, la alternativa es combinar sistemas renovables de producción con infraestructuras capaces de producir energía de manera continuada. Y, hoy, no hay otros que las centrales nucleares o las centrales térmicas de gas, petróleo o carbón. En España, con las nucleares sentenciadas y las térmicas de carbón casi desaparecidas, no hay más alternativa que las centrales de gas.