No las utilizaban, como hoy se hace, para producir electricidad, pero sí que las empleaban, también como hoy se hace, para almacenar grandes cantidades de agua y abastecer ciudades (ése era su uso principal) o para surtir de agua sistemas de regadío. Nos referimos, claro, a los romanos, la primera civilización que, de manera masiva, habilitó infraestructuras hidráulicas en lo que hoy es Europa. Cuando nos preguntan por embalses de factura romana, el primer nombre que viene a la mente es el del lago de Proserpina, en Mérida, pero no se trata de la presa levantada por ingenieros romanos más alta que se conserva en nuestro país. Los 21 metros de la presa extremeña casi palidecen si se comparan con los 34 de la presa de La Cuba, en la provincia de Zaragoza. Es, además, la más alta de todo el antiguo imperio romano. Y bien merece una visita este verano.
Rehabilitada en 2019
La presa fue objeto en 2019 de una rehabilitación que dotó al complejo con dos miradores y unas pasarelas que articulan una ruta guiada de la que forma parte un puente colgante. Es, sin duda, una visita perfecta para conocer hasta que nivel de sofisticación llegó la ingeniería romana ahora que, según todo indica, los sistemas de bombeo tienen las respuestas que la transición verde todavía no sabe dar para garantizar al 100% la continuidad del suministro eléctrico.
¿Dónde está y cómo es?
La presa de La Cuba se encuentra en la Comarca de Belchite y, más en concreto, en Almonacid de la Cuba, localidad de unos 235 vecinos. Mide 120 metros de largo y 27 de ancho y recoge seis hectómetros cúbicos de agua que todavía se usan para el riego. Los romanos abandonaron el complejo en el siglo tercero de nuestra era, pero los musulmanes la recuperaron. El embalse se surte del río Aguasvivas, un afluente del Ebro. Es singular, además, por el uso para el que fue concebido: se trata de un embalse destinado a abastecer acequias de riego, y no a una ciudad como sucede con el lago de Proserpina. Los romanos, también, fueron pioneros en la tecnificación agrícola.