¿Qué es un producto reclamo? Un bien de consumo que, por su precio, justifica la visita a un establecimiento comercial. A partir de esta definición, las grandes cadenas de distribución –que disponen de una capacidad económica que los comercios independientes no tienen- articulan estrategias comerciales en las que las pérdidas que genera la venta de un producto por debajo de su precio de coste se compensan con el beneficio que generan otros productos que, en su visita al comercio que así actúa, adquiere el comprador. Durante muchos años, el pan fue protagonista de estas prácticas y el resultado es bien conocido: una crisis cierta entre las panaderías tradicionales. Ahora, los propietarios de los grandes supermercados han descubierto otro producto reclamo: el pollo.

Pechuga de pollo

 

Agricultores

La práctica, y así lo denuncia la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), ha sido detectada en diferentes grandes superficies y su generalización, estiman, puede poner en jaque el futuro de hasta 5.000 granjas:  “No se puede pretender atraer clientes a tus supermercados a costa del granjero”, ha señalado Eloy Ureña, responsable del sector avícola de COAG. Desde esta organización y, también, desde otros sindicatos agrarios, llevan meses tratando, detallan, de negociar “contratos dignos para los granjeros que aseguren condiciones justas y sostenibles para su trabajo”. Sin embargo, las ofertas agresivas de las grandes cadenas de distribución, señalan, “dificultan las negociaciones al socavar el valor del pollo y la percepción de su coste real”.

Los supermercados hablan de ofertas puntuales

Desde los supermercados se indica que lo que COAG califica de estrategia planificada son sólo “ofertas puntuales”, pero la organización insiste: “Resulta lamentable y desolador encontrarse en los lineales ofertas abusivas de pollo que tiran por tierra el enorme esfuerzo que se hace desde la producción por adecuar la oferta a la demanda y superar esta crítica coyuntura sin echar el cierre”, subrayan. Su propuesta es simple: si las cadenas de distribución desean bajar el precio del pollo deben hacerlo “reduciendo su propio margen de beneficios en lugar de trasladar esa presión a los productores. De este modo, se garantizaría un trato justo para todos los implicados en la cadena de producción y se protegería el sustento de los granjeros”. Mientras, el precio de la cesta de la compra no para de subir. ¿Será que, efectivamente, la estrategia de los productos reclamo funciona?