Llegan las rebajas: asumiendo que los objetivos de la tan traída y llevada Agenda 2030 son demasiado ambiciosos, la Comisión Europea empieza a modificar las normas supuestamente inamovibles que nos iban a llevar a un mundo más feliz y sostenible: ahora dará igual cómo se produzca el hidrógeno si conseguimos que, al usarlo, genera un 70% menos de emisiones que el gas natural.

 

Más hidrógeno verde

La decisión no es banal, porque amplía las posibilidades de producción de hidrógeno, hasta ahora muy limitadas. Para que este gas se considerase verde era imprescindible producirlo mediante el uso de energías renovables, pero ahora ya hay matices. De hecho, que el hidrógeno se puede utilizar como combustible es algo ya sabido desde los 80, pues no en vano hasta la URSS lo utilizó para propulsar aviones con cierto éxito. También hay otro matiz importante: si el hidrógeno utilizando electricidad tomada de la red y en el territorio donde se desarrolla la actividad de producción la energía se generó durante el año inmediatamente anterior con un 90% de fuentes renovables, podremos considerar que esa electricidad tomada de la red será verde durante los cinco años siguientes. Hasta la fecha, si la electricidad que se usaba para producir hidrógeno venía de la red eléctrica, el hidrógeno resultante se consideraba gris y no verde.

Menos requisitos

Bruselas relaja así los requisitos porque ve que, en caso de no hacerlo, será imposible alcanzar el objetivo de producir 10 millones de toneladas de origen no biológico en 2030. Seguramente, en breve, llegarán nuevas adaptaciones y, tiempo al tiempo, servirán hasta para poner en valor activos mayoritariamente ociosos (Alemania y Gran Bretaña son la excepción) como el carbón europeo.