Sobre las nucleares españolas pesa una sentencia de muerte (de cierre, más bien) que establece que no puede quedar ninguno en funcionamiento en 2035. Las clausuras de las que actualmente funcionan empezarán en 2027, pero la Sociedad Nuclear Española, que reúne a los profesionales, investigadores e instituciones del sector quiere que el Gobierno se replantee lo que ellos consideran un disparate. Por eso, la entidad acaba de redactar un manifiesto. El sector nuclear da empleo hoy en España a unas 20.000 personas.
Contra todos
La Sociedad Nuclear Española recuerda que el plan de cierre que el Gobierno mantiene en vigor se ha convertido, a tenor de las últimas decisiones de nuestros países vecinos, casi en una excentricidad. Hasta once países europeos con Francia a la cabeza plantean nuevos desarrollos nucleares al tiempo que la Comisión Europea considera la energía nuclear como un sistema sostenible y verde de producción, ya que no genera emisiones de CO2 y, junto al gas, es una herramienta (a juicio de la UE) clave para la transición a un sistema sin combustibles fósiles. España, por boca de la ministra Teresa Ribera, se opuso y aún se opone a esta catalogación. Estados Unidos, al tiempo, plantea convertir térmicas en nucleares pero, aquí, se derriban.
Primero, Almaraz
Los primeros cierres previstos serán los de Almaraz I y II, que cierran si nadie lo remedia en 2027 y 2028. Después, en 2030 se empezarán a desmantelar Ascó I y Cofrentes y, en 2032, Ascó II. Por último, en 2035, cerrarán Vandellós II y Trillo. Todo ello se producirá sin que España tenga un almacén único de residuos y con la obligatoriedad de custodiar éstos en los almacenes de cada planta.
Un plan superado por la circunstancias
Hoy, la energía nuclear supone un 6% de la potencia total instalada, pero los 7,1 GW de los que se disponen producen un 20% de la energía consumida y garantizan, a diferencia de los sistemas solar, eólico e hidráulico, continuidad en el suministro casi plena descontando las obligadas paradas técnicas. Eliminar las nucleares convertiría las centrales de ciclo combinado en la única fuente capaz de garantizar la continuidad en el suministro habida cuenta que la misma Teresa Ribera (con el beneplácito y el aplauso de Pedro Sánchez) ha desmantelado con rapidez inusitada las térmicas. Excepto As Pontes, La Pereda, Los Barrios, Soto de Ribera y Aboño todas están cerradas y se han demolido con celeridad para que nadie piense en la posibilidad de reactivarlas. ¿Pasará lo mismo con las nucleares? Los profesionales de este sector advierten que, si las nucleares se cierran, los objetivos de desarrollo sostenible fijados no se podrán alcanzar en 2040, ya que el despliegue de las renovables no se está realizando en paralelo a la construcción de infraestructuras de almacenamiento energético. Sin las nucleares, lo que estas aportan deberá compensarse con un mayor uso de las centrales de gas. Y el gas, ya sabemos quién lo tiene.