Catalunya, España y Eurocpa son potencias productoras y exportadora de carne pero esta potente industria depende en buena parte de terceros países, ya que el grano que aporta la proteína vegetal que los ganaderos transforman mediante la cría de vacas, cerdos, pollos u ovejas procede de países terceros y esta situación puede colocar la estratégica ganadería europea -España es el quinto exportador mundial- en tesituras complicadas cuando el suministro de grano se detiene o dificulta como sucedió al inicio de la Guerra de Ucrania. Por eso, las autoridades comunitarias quieren reducir esta dependencia y, ahí, la tecnología tendrá un papel clave ya que, si bien no acabaremos comiendo insectos, puede que estos acaben formando parte de nuestra dieta de manera indirecta.
¿Alternativas?
La investigación debe, considera la UE, ir encaminada hacia la diversificación de las fuentes de proteínas. Ahí, por supuesto, entran otras semillas –colza, cártamo o palma-, pero también fuentes alternativas. ¿Cuáles? Los ya citados insectos son una alternativa especialmente interesante, ya que su cría no exige grandes superficies de terreno y puede realizarse en cualquier latitud, a diferencia de muchos cultivos. Si la mayoría del cereal que consume la ganadería europea procede hoy de Rusia, Ucrania o Estados Unidos, no es porque sean países con tecnologías agrícolas especialmente más avanzadas que las de Europa Occidental: es, sólo, porque disponen de grandes superficies aptas para el cultivo fáciles de explotar y adquirir. EnEuropa, donde el espacio no abunda, el suelo agronómicamente interesante es un bien escaso cuya demanda se reducirá si la explotación industrial de los insectos se generaliza.
Inversiones
El camino, y así lo marca un reciente informe de la Comisión Europea, no es otro que el que implica una mayor inversión en investigación encaminada a conseguir una autosuficiencia productora que los países de la UE están lejos de alcanzar. Durante la campaña 2021/2022, la UE sólo fue capaz de producir el 37% de los productos vegetales ricos en proteína (harina de soja o de semillas oleaginosas como las pipas de girasol) que la ganadería europea precisa. El grano y el forraje (la proteína bruta que consume la ganadería) sí que se producen mayoritariamente en los países miembros. Así, el 77% de los 72 millones de forraje y grano que se consumió en la UE se produjo en alguno de los países miembros.