La inestabilidad de los precios de la energía es una constante y lleva, como se está pudiendo comprobar una vez más este verano, a subidas cada vez que, como sucede durante la ola de calor en curso, se dispara el consumo energético. En tanto que vacuna contra estos vaivenes, el interés por los sistemas de autoconsumo crece de manera sostenida. Según la Asociación de Empresas de Energías Renovables APPA , las instalaciones completadas entre 2022 y 2023 superan las 330.000, pero hay un problema que lastra el avance de esta tecnología: en nuestro país, el 65% de la población vive en pisos y, en este caso, sólo se puede instalar un dispositivo de autoconsumo si existe acuerdo con o entre los vecinos. Al tiempo, la instalación de un sistema de este tipo comporta ciertas obras que determinados propietarios no están dispuestos a asumir. ¿Hay alguna alternativa para estos propietarios que quieren disfrutar de las ventajas que aporta el autoconsumo y no pueden o no quieren acometer las obras asociadas? Sí: se llama autoconsumo remoto.
¿Qué es?
El autoconsumo remoto es un sistema de consumo energético que permite a cualquier usuario, independientemente de dónde viva y en qué tipo de vivienda resida, acceder a las ventajas de una instalación de producción de energía renovable. Para disfrutar de los beneficios de este sistema es preciso que el usuario suscriba un acuerdo privado con una empresa propietaria de instalaciones productoras de energía ubicadas en puntos concretos de la geografía peninsular que destacan por sus horas de sol o la disponibilidad de otras fuentes de energía –molinos eólicos o instalaciones hidroeléctricas. Cada usuario debe, únicamente, contratar las unidades de producción que considere necesita para abastecer su vivienda o negocio y no es necesario realizar instalaciones, disponer de permisos administrativos o realizar mantenimiento alguno, ya que la empresa gestiona la infraestructura.
¿Cómo funciona?
Lo que contrata el usuario del autoconsumo remoto son unidades de mix energético (un panel solar, una turbina eólica o lo que considere) y consigue que el 100% de la energía que generen estas unidades se destine a sus vivienda durante un periodo determinado. En casos como, por ejemplo, el de la empresa Comunidad Solar, lo que se contrata es un panel solar de 540W y una turbina de 100W durante 30 años. El usuario pasa a ser usufructuario de una dispositivo generador de energía propiedad de un tercero y, del mismo modo que sucedería si instala placas solares en su casa, la energía producida por estos dispositivos se restará del consumo que genera su vivienda. Si produce más, los excedentes se venderán a las eléctricas y el propietario recibirá beneficios o podrá guardarlos –según el acuerdo suscrito- para compensaciones futuras.