Elon Musk, que es un hombre serio y eficaz, lo tiene todo medido. Y, por eso, conoce hasta las consecuencias de que su cohete Starship –ése que la NASA, la ESA y toda agencia espacial que así lo considere oportuno puede alquilar- se estrelle contra la Tierra. No serían nada buenas, pero no sólo para su bolsillo: tendríamos un problema serio todos.

 

Estimaciones

Según las estimaciones realizadas por los técnicos de SpaceX, si el tercio superior de Starship fallara y regresase entero a la Tierra sin autodestruirse, su impacto generaría una energía equivalente a 100 kilotones de trinitrotolueno. Hablamos, ni más ni menos que del equivalente a la potencia sumada de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

¿Hay que tener miedo?

Starship –porque, Musk es previsor- tiene previsto que el cohete, ante cualquier eventualidad, se autodestruya. El cohete dispone de un sistema propio de terminación de vuelo que permite que el cohete se autodestruya antes de impactar contra la superficie terrestre para, así, evitar daños mayores.