El cobre, ese metal de transición cuyo número atómico es el 29 y destaca por su capacidad conductiva y su ductilidad es objeto de deseo de los amigos de lo ajeno desde hace años y, también, hasta protagonista de canciones como la de Francisco Nixon (alter ego de Fran Fernández, el rey asturiano del indie pop) que aluden a esta actividad delictiva tan en boga y que ha motivado notables situaciones de caos ferroviario y cuarenta detenciones en Catalunya esta misma semana.

Material de cobre de la empresa Broncesval
 

¿Por qué se roba el cobre?

Primero, porque es un metal relativamente valioso. Por cada kilo, en el mercado negro, se obtienen entre 7 y 10 euros. Además, su origen no es rastreable y, al ser un metal relativamente abundante y muy utilizado en la industria, es fácil de introducir en el mercado. La mayoría del cobre robado en España acaba en China y países africanos cuyas economías crecen a gran velocidad. De robarlo no se encargan aficionados: son grupos organizados y con cierta capacitación técnica. Hasta hace unos años, lo habitual era sustraerlo de instalaciones industriales abandonadas, edificios en construcción o líneas ferroviarias en desuso, pero la elevada demanda ha redirigido hacia este sector delincuencial a bandas de narcotraficantes o, incluso, a ladrones de joyerías.

Las detenciones

Los Mossos d'Esquadra relacionan a los cerca de cuarenta detenidos de esta semana con seis robos de cableado de cobre de catenaria, todos ellos cometidos en menos del 1 al 22 de mayo. Los cuatro detenidos se distribuían diferentes roles para actuar y son multirreincidentes, acumulando una veintena de antecedentes por hechos similares. Este viernes por la mañana han pasado a disposición judicial. En paralelo, la Guardia Civil ha detenido a 36 delincuentes dedicados a este negocio a los que se les han incautado 34 km de cable de cobre sustraído en Ávila, Valladolid, Córdoba y Sevilla. La Benemérita cuantifica el valor del cobre incautado en dos millones de euros. El modus operandi siempre es el mismo: el grupo de delincuentes, cual comando de operaciones, se traslada en furgoneta al punto donde han localizado tramos de catenaria poco vigilados en furgonetas y con abundantes herramientas que sirven hasta para evitar eventuales electrocuciones. Con rapidez (y escaleras mediante) cortan los cables en fragmentos de no más de dos metros que cargan en sus vehículos. Después, sólo tienen que ir a ver al intermediario con el que han pactado la venta y cobrar. Que miles de personas no pueden llegar a sus lugares de trabajo al día siguiente les importa poco.