El consumo eléctrico es uno de los gastos principales de las familias y, aunque en los últimos meses el precio del Kw/h haya dado cierta tregua, el recibo de la luz hipoteca todavía una gran parte de los ingresos mensuales de parejas, solteros y familias de todo tipo. Para atenuar su impacto, surge una tendencia: la flexibilidad del consumo.
¿Qué es?
Consiste en racionalizar de tareas y ordenar los hábitos para que el consumo energético se concentre en las horas en las que el kw está más barato. Para aplicarla, la tecnología –especialmente la automatización- es fundamental. Herramientas como las tarifas de luz indexadas al precio de mercado (las variables) permiten aprovechar las variaciones de precio por hora con cambios de hábitos que implican desplazar usos concretos (lavadoras o recargas de baterías) a horas en las que la energía cuesta menos. En España, un 41% de los consumidores contrata tarifas fijas que no permiten estos usos. Y conviene recordar que los periodos más caros son siempre aquellos en los que la demanda se concentra. Lo inteligente, por tanto, es ordenar el consumo. Dispositivos como los enchufes inteligentes u otras herramientas de control se convierten ahora en ayudas fundamentales.
El papel de la tecnología
Si bien es cierto que las horas más baratas suelen ser de madrugada u horario laboral, existen tecnologías que nos permiten desplazar el consumo a este momento de manera automatizada. Los electrodomésticos, enchufes o bombillas inteligentes llevan algunos años con nosotros, si bien las posibilidades son cada vez mayores y llegan al vehículo eléctrico. Diferentes servicios como, por ejemplo, Smart Charging de la distribuidora Chippio permite cargar el coche en las horas más baratas de manera automatizada, generando un ahorro que llega al 50% en cada carga. Con todo, en la aventura de racionalizar el consumo hay algo imprescindible: contar con información completa y transparente para conocer nuestro consumo, los precios actuales y a corto plazo que nos permitan planificar nuestro uso.