Los altos precios de los alimentos (en especial de los frescos y, también, de productos concretos como el aceite de oliva) son una de las principales preocupaciones de las familias españolas. La inflación general, según se indica desde el Gobierno, se mantiene en guarismos aceptables, pero la cesta de la compra no baja. Ahora, se le añade a esta situación un enemigo nuevo. Se llama reduflación.

¿Qué es?

¿Notas que lo que compras –especialmente los productos de alimentación cotidiana- te cunden menos que antes aunque valen lo mismo? Si es así, eres una víctima más de esta estrategia que sólo es legal si se comunica debidamente y está considerada por la OCU como "un engaño al consumidor" si no se informa de ella como es debido. El término que nos ocupa define la práctica, explican desde el BBVA, “sistematizada y sofisticada” que aplican determinadas empresas para hacer frente a situaciones de incremento de costes y que consiste en reducir la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo o incluso elevando su precio. El concepto lo acuñó allá por 2017 la economista Philippa Malmgreen y lo denominó shrinkflaction o, en nuestro idioma, inflación por contracción. Con todo, la manera común de denominar este proceder es reduflación.

 

Legalidad

La reduflación sólo es legal en un caso: si se comunica de manera correcta y explícita antes de que el producto que ha sido objeto de este proceder se ponga a la venta en su nuevo formato. Si no se hace así, estaríamos ante un engaño en toda regla. Pese a ser una práctica común, y si comercializas algo, deberías hacerte una pregunta antes de aplicarla: ¿puede dañar la reputación de tu marca? Mientras los grandes fabricantes tratan de responder a esta incógnita y, para hacerlo, echan mano hasta de la IA, la OCU ya actúa: llevan más de un año informando de los casos más flagrante a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. La organización calcula que hasta un 7% de la cesta habitual de la compra está afectada por esta práctica.