El descuento de 20 céntimos que, por Ley, nos ayudaba a todos a llenar el depósito pasó a la historia con el final de 2022 y aunque ahora son muchas las cadenas de gasolineras que aplican algún tipo de rebaja para hacer más llevadera la cuesta de enero, todos hemos notado el impacto del fin de la medida. Bueno, todos no, porque si eres transportista, agricultor o pescador puedes aprovechar todavía la bonificación, aunque con unas condiciones distintas y notablemente más complicadas. Por eso, ahora más que nunca, se impone aplicar estrategias de ahorro. Y una de las más sencillas tiene a la calefacción de nuestro vehículo como protagonista.

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¿Cómo ahorrar carburante con la calefacción de un vehículo?

Lo primero que hay que hacer es no encender nunca la calefacción antes de que el motor se caliente. Si no procedemos así, obligaremos al sistema propulsor de nuestro vehículo a hacer un esfuerzo suplementario que implica, por supuesto, un mayor gasto de carburante porque, en el coche, sólo hay dos fuentes de energía: la batería y el motor. Tampoco es buena idea conectar nada más acceder al vehículo los asientos calefactables, porque implican también un gasto adicional de energía. Lo más conveniente es aguantar un poco el frío (no más de unos minutos) y decidir, una vez hemos calentado ya el habitáculo y llevamos un rato circulando, si realmente es imprescindible conectarlos. Hasta hace bien poco, no lo olvides, pocos coches incluían ese extra y nadie, nunca y en ningún sitio moría de hipotermia mientras conducía.

Lo más importante: desactiva el sistema de recirculación de aire

El sistema de recirculación de aire atrapa la humedad exterior y hacer circular aire por el habitáculo y, con él, además de gastar más energía conseguiremos empañar los cristales y reducir la visibilidad, lo que implica muchos problemas si conduces con lluvia, nieve o niebla. Otra manera de ahorrar es disponer el sistema de calefacción para que el aire caliente se enfoque hacia el suelo. Al hacerlo, te calentarás los pies y te resultará mucho más sencillo calentar todo el habitáculo, porque el aire tiende a ir siempre hacia arriba. De lo contrario, sólo calentarás como es debido la zona superior. La temperatura aconsejada para el interior de un coche, o eso dice al menos la DGT, es de 22º. Si no, hay riesgo de somnolencia.