Que algo pasa en Ucrania y que ese algo no es nada bueno para Rusia lo evidencian las constantes maniobras de retirada que, dejando atrás armas incluso, desarrolla estas semanas el Ejército Ruso. Igual han sido los memes, capaces de minar la moral del más equilibrado, a lo mejor ha sido la capacidad de resistencia y el valor de los ucranianos o, puede ser también, el aparente desastre ruso esté relacionado con la juventud e inexperiencia de sus soldados; pero, desde la OTAN, lo tienen claro: la clave es el Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad con el que la organización militar occidental ha dotado a las tropas ucranianas. Dicho sistema se conoce por su acrónimo ingles: Himars.

¿De qué hablamos?
El Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad es un camión equipado con un lanzador capaz de utilizar diferentes tipos de misiles guiados por GPS que pueden alcanzar objetivos situados a distancia de hasta 80 kilómetros. Son capaces de destruir edificios y vehículos y destacan por su maniobrabilidad y lo fácil que es usarlos. Se despliegan en minutos, disparan en segundos y se repliegan casi más deprisa de lo que se desplegaron. Tanto es así que, cuando el enemigo es consciente de lo que acaba de sucederle y pretende contraatacar, se encuentra con que no queda nadie en el lugar desde donde han partido los misiles.
La eficacia de lo simple
Estados Unidos comenzó a enviar unidades Himars a Ucrania el pasado mes de junio y, en julio, el ejército ucraniano disponía ya de 16 equipos Himars en combate. En agosto, los informes eran concluyentes: centros de mando, depósitos logísticos e instalaciones de todo tipo habían sido destruidos. Los rusos se quedaban sin retaguardia e, incapaces de abastecerse, se veían obligados a retroceder. En vista del desastre, el Ministerio de Defensa ruso, Sergei fijó una nueva prioridad: destruir los Himars.
A los ucranianos, inexpertos con este tipo de armamento, no les había costado nada dominar los Himars y era normal. Hasta los marines estadounidenses, que utilizaron estos singulares camiones artillados en Siria e Irak dicen que estamos ante un arma muy simple y manejarla con destreza es más sencillo que disparar obuses clásicos. El GPS que incorpora el Himars y potente ordenador, dispensan al artillero de hacer complicados cálculos: basta con introducir unas coordenadas en el sistema, apuntar hacia el objetivo, comprobar que todo está conectado, asignar un número de misiles al disparo y apretar el botón. Es, prácticamente, como un videojuego. Y en Rusia, que se sepa, el videojuego más logrado que diseñaron fue el Tetris, así que, poco tienen que hacer.