Estos días, momentáneamente, nadie se preocupa demasiado por el asunto pero, en cuanto llegue la segunda semana de enero, todo van a ser lloros: adelgazar es una de las particulares obsesiones de todos los adultos occidentales y, ahora, tenemos todos los que andamos en eso una ventaja: existen medicamentos efectivos para perder peso como, por ejemplo la semaglutida, un medicamento para la diabetes que determinados famosos como Elon Musk o Kim Kardasian utilizan para tal menester. El problema es que, como lo cuentan a través de sus redes sociales y otros canales, la demanda del medicament en cuestión se dispara y, si todo sigue así, quienes padecen diabtes de tipo 2 pueden acabar teniendo problemas para encontrarla.

 

¿Qué hace la semaglutida?

Es un mimético de una hormona, la incretina, que segrega el intestino como respuesta a la ingesta de alimentos y activa la generación de insulina por parte del páncreas para controlar el nivel de azúcar en sangre. Si la semaglutida se combina con una dieta u un programa de ejercicios, permite controlar sin problemas el nivel de azúcar en sangre de adultos con diabetes tipo 2, pero el problema es que también sirve para que cualquier persona pasada de kilos pierda mucho peso, ya que la semaglutida tiene el mismo efecto que una hormona relacionada con la saciedad que ralentiza el tránsito intestinal y avisa al cerebro de que ya hemos comido bastante.

¿Dónde está el problema?

En 2021, Estados Unidos aprobó el uso de la semaglutida como método de pérdida de peso y famosos como el citado Musk o la amiga Kardasian empezaron a consumirla y a contarlo. La demanda se disparó y ahí seguimos: en una situación en la que hay menos semaglutida de la que pide el mercado y que va a durar hasta mediados de 2023. De momento, los diabéticos no tienen problema para encontrarla, pero va a hacer falta producir más y en eso anda la industria farmacéutica. ¿Tenemos ya aquí la soñada pastilla que nos permitirá comer a esgalla sin problemas?