Los aerogeneradores son pieza clave de la revolución verde. Junto a los sistemas de producción fotovoltaicos –y más aún en países como el nuestro, en los que el Gobierno se empeña en ir incluso contra lo que pregona la UE y considerar la energía nuclear un sistema de producción no sostenible- representarán el grueso de la potencia instalada en breve. Con todo, los aerogeneradores también tienen desventajas y se las ven, precisamente, quienes más ecologistas se consideran: según ellos, tienen un impacto intolerable sobre la avifauna, ya que son la segunda causa de mortalidad accidental de estos animales en España. Pero hay una solución.

 

La IA, al rescate

La solución, como casi todo últimamente, llega de la mano de la IA, esa tecnología que según Bill Gates tiene un potencial disruptivo comparable al que en su día tuvo, precisamente, la energía nuclear. La consultora, Minsait, conjuga ndointeligencia artificial, radares 3D e imágenes en vídeo, ha desarrollado un sistema automático capaz de detener las palas de cualquier aerogenerador cada vez que se presente una situación de peligro para un ave. Con ello, el sector podrá responder a una inquietud cierta que, incluso, llega en ocasiones a lastrar el desarrollo de proyectos.

Drones de apoyo

Minsait emplea también en su sistema drones. Estos dispositivos, que actúan como herramienta de apoyo, monitorizan mediante radares el vuelo de las aves de cierta envergadura. Al identificar un rapaz, por ejemplo, se envía una señal al sistema para que, combinando la IA y un algoritmo decida qué probabilidad de impacto existe. No es una solución específica para un aerogenerador solitario: funciona a escala de parque. Para lo que todavía no hay solución clara, eso sí, es para el ruido. Cualquiera que se haya acercado a un aerogenerador lo sabe bien. Por eso, desde la patronal europea del sector eólico, se aboga por medidas proteccionistas que impulsen el uso de aerogeneradores europeos y no asiáticos, ya que estos (aunque más caros) se construyen incluyendo mecanismos para que sean más silenciosos. Sea como fuere, hay que recordar también que los grandes desarrollos futuros son, casi todos, marinos.