Los científicos tienen claro que los satélites son atraídos de manera natural por la gravedad terrestre, sin embargo, han notado también que el Sol provoca que los satélites se acerquen aún más a la Tierra.
Al parecer esto es debido a los intensos vientos y tormentas solares, los cuales afectan la trayectoria de los satélites e incluso la vida útil de estos.
Los hundimientos inesperados de los satélites
Cuando los científicos hacen los cálculos para los satélites que se van a poner en órbita, toman en cuenta la fuerza de la gravedad de la Tierra.
Incluso le otorgan a los satélites dispositivos como propulsores que los ayuden a recuperar su órbita y así evitar hundimientos.
Pero en los últimos meses han visto que una variable que no habían tomado en cuenta está influyendo seriamente en hundimientos inesperados de los satélites hacia la Tierra.
El Sol parece ser el causante de estos hundimientos. En estos momentos nuestra estrella más importante se encuentra en el máximo solar del ciclo.
Este máximo solar dura unos 11 años y el actual es mucho más intenso de lo que se esperaba, durante este proceso las erupciones solares y eyecciones coronales de masa son mayores, por lo que son más potentes.
A tal punto que estas erupciones solares pueden afectar la atmósfera superior de nuestro planeta, produciendo que el aire más denso se desplace hacia altitudes más altas y, por lo tanto, se provoca una mayor resistencia para los satélites.
Esta resistencia reduce la velocidad de los satélites, por lo que esto genera que la gravedad le gane el esfuerzo a estos dispositivos y en consecuencia estos son atraídos hacia la Tierra.
Incluso SpaceX también ha informado sobre la pérdida de cuarenta satélites de su mega constelación de Starlink debido a una tormenta solar.
Muchos científicos e investigadores indican que las naves que orbitan alrededor de los 400 kilómetros de altura es muy probable que tengan problemas.
Incluso dicen que en la Estación Espacial Internacional será necesario que lleven a cabo maniobras de reflote.
De manera que puedan mantener la trayectoria planificada, pero aquellos satélites que no cuenten con sistemas de propulsión se pueden ver afectados o reintegrados a la Tierra.