Mientras en España planeamos cerrar las centrales nucleares que nos quedan y hacemos caso omiso a la Unión Europea, que considera la energía nuclear una energía limpia, en Estados Unidos han diseñado un plan para convertir sus centrales térmicas de carbón en nucleares. El plan, denominado Transición C2N tiene todos los ingredientes para convertirse en una transición verdaderamente justa en lo que se refiere a empleo y precio final de la energía. Aquí, mientras seguimos destruyendo infraestructuras sin tener muy bien claro con qué vamos a reemplazarlas.

Voladura de la torre de refrigeración de la central térmica de Velilla (Palencia)

Estudio independiente

El plan es el resultado de un estudio en el que se analizan las necesidades energéticas norteamericanas y que implica a tres laboratorios científicos de prestigio contrastado: Argonne National Laboratory, Idaho National Laboratory y Oak Ridge National Laboratory, De la coordinación, se encarga el Departamento de Energía de Estados Unidos, pero los expertos que participan son independientes.

La base del plan sorprende por su sencillez: instalar reactores nucleares en la misma localización en la que se encuentran centrales térmicas de carbón cerradas o en funcionamiento. Al hacerlo, se aprovechan las conexiones a la red que ya existen y permiten evacuar la energía producida y se sigue dando uso a las instalaciones –embalses y torres de refrigeración, entre otras- que ya existen, con lo que se acorta el tiempo de construcción, se reduce la huella ecológica y, lo más importante, se garantiza un futuro a las comunidades y territorios que, hasta la fecha, habían trabajado para servir energía al resto del país mediante el negro mineral.

Más de un trescientos posibles emplazamientos

En Estados Unidos hay 157 centrales térmicas de carbón cerradas y 190 en funcionamiento y se estima que el 80% de ellas cumple los requisitos para acoger reactores nucleares avanzados. Si el plan se ejecuta, Estados Unidos incorporaría más de 250 gigavatios de potencia eléctrica y gastaría entre un 15 y un 35 % menos de loque haría falta para construir nuevas nucleares. Mientras, en España, se ha condenado a la ruina a todas las cuencas mineras y, si nadie lo remedia, va a pasar lo mismo con los municipios nucleares. Aquí, la alternativa son, se supone, los parques solares y los parques eólicos, pero ni siquiera eso está claro, ya que las organizaciones ecologistas se oponen a muchos de los desarrollos planteados. ¿Qué nos queda? Pues seguir comprando gas a Argelia y, eso sí, pagarlo al precio que los argelinos consideren.