La perfección con la que, aparentemente, sistemas de Inteligencia Artificial como ChatGPT son capaces de responder preguntas y hasta armar discursos convincentes ha activado todas las alarmas: hordas de estudiantes sin muchas ganas de aprender y con deseos sobrados de aprobar por la vía rápida estarían, según los más alarmistas, echando mano de estas herramientas aún no de uso masivo para suplantarse a sí mismos en exámenes, trabajos de clase y ensayos. Son, estas aplicaciones se anuncia, auténticos enemigos del conocimiento, pero, al decirlo, nadie se acuerda de una evidencia: quien engaña, lo hará con ChatGPT o de otra manera.
No es el apocalipsis
Maneras de copiar ha habido siempre: desde las clásicas chuletas enrolladas dentro de un bolígrafo BIC que constituían auténticas obras de ingeniería a las más pedestres hojas con fórmulas que se pegaban en el dorso del protector de las calculadoras científicas. Si nada de eso bastaba, lo más socorrido era echar un ojo a lo que escribía el de la mesa de al lado y el resultado, casi siempre, era el mismo porque, por mucho que te esforzases en copiar, si habías entendido más o menos la mitad de lo que el profesor explicaba y te habías (también) esforzado en hacer los ejercicios obligatorios la asignatura se superaba y, si no, no. Con los trabajos sucedía otro tanto: siempre circulaban por facultades e institutos copias de elaboraciones supuestamente exitosas de años anteriores que, con el advenimiento de Internet, se hicieron mucho más accesibles gracias a webs como la histórica El Rincón del Vago. Hoy, incluso hay particulares que se ofrecen a elaborar trabajos y hasta tesis para alumnos vagos deseosos de engañarse a sí mismos. El uso avieso que, supuestamente se hace o se va a hacer de herramientas como ChatGPT y al que pretenden poner coto diferentes universidades de medio mundo con herramientas más o menos sofisticadas es más de lo mismo.
¿Cómo descubrirlo?
Descubrir si un examen o en un trabajo escrito se han empelado sistemas de inteligencia artificial no es complicado para un profesor experto: si te encuentras demasiadas frases regulares, sin alteraciones de la sintaxis habitual de las oraciones con propósito enfático o aparecen palabras que el alumno autor no usa habitualmente, lo que hay es lo que imaginas: una copia. ¿A quién se puede engañar? Pues muy fácil: a profesores vagos que ni conocen a sus alumnos ni, tampoco, dominan la materia que imparten, que de esos hay muchos. La Inteligencia Artificial no es enemiga del conocimiento ni de la excelencia porque, usándolo o no, los alumnos buenos seguirán siéndolo y los mediocres se quedarán en lo que son. Maradona, no nos olvidemos , siempre fue Maradona pese a la efedrina, que no fue otra cosa que su particular ChatGPT. Ningún idiota escribe como Cervantes por muy buena que sea la pluma con la que escribe.