Catalunya podría convertirse en una potencia productora de leguminosas. Así lo indica, al menos, un estudio elaborado por la plataforma Nactiva y la empresa Flax&Kale que señala el potencial de desarrollo de una industria de producción de “proteínas vegetales alternativas” que existe en el Principat.

 

60.000 hectáreas en Lleida

El estudio identifica hasta 60.000 hectáreas en las comarcas de Lleida que podrían dedicarse a estos cultivos. Son además tierras que concentran actualmente más del 50% de la producción agraria local pero que, siempre según el estudio, podrían generar mayores rendimientos si se dedican a producir lentejas, habasm garbanzos o guisantes. Se trata, además, de cultivos que exigen menos agua, por ejemplo, que el maíz: producir un kilo de maíz exige 450 litros de agua y uno de lentejas, sólo 25. El problema principal, señalan también, es que, aunque se podría cultivar legumbres “fácilmente”, no existe una infraestructura industrial suficiente para transformar las materias primas que se obtendrán.

Las legumbres, un cultivo en retroceso

El estudio llega en el marco de un retroceso general del cultivo de leguminosas en toda España. Así, a finales de 2022, otro estudio elaborado por el grupo operativo Legsapiens del sindicato de agricultores UPA, indicó que,  de las entre 600.000 y 700.000 hectáreas dedicadas al cultivo de legumbres que existían en 2012, en 2022 sólo se cultivaban  unas 110.000. Según el Ministerio de Agricultura, en 2021 se cultivaban 43.000 ha de garbanzos, 9.300 de judías, 22.000 de habas y 35.000 de lentejas. Las que la plataforma Nactiva plantea se podrían activar ahora en Catalunya son más del 50% del total que se cultiva ahora. ¿Por qué se está dejando de cultivar legumbre? Según Lorenzo Ramos, secretario general de UPA, porque no es “un producto atractivo para los agricultores dada su baja rentabilidad”. Esa falta de rentabilidad, indica Ramos, deriva de las importaciones masivas procedentes de México, Argentina, Canadá y USA. Sólo el 60% de la legumbre que se consume en España es de origen interno y, cada año, llegan unas 150.000 toneladas del exterior.