Existen, aunque a veces prefiramos olvidarlo, una serie de enfermedades que se vinculan a la mayoría de las muertes que se producen en todo el planeta. De ellas, ninguna tiene cura hoy por hoy. Sólo una vida saludable, con ejercicio, sin tabaco y una dieta correcta nos puede permitir evitarlas. De momento, la tecnología y la medicina sólo sirven para tratar mejor sus consecuencias o ayudar a prevenirlas.
Infartos y derrames cerebrales
La también llamada cardiopatía isquémica se lleva por delante cada año a nueve millones de personas. El estrés, los hábitos poco saludables, el tabaco y, también, la predisposición genérica suelen estar detrás de esta dolencia. Para prevenirlas, técnicas como la ecografía, el TAC o las pruebas de esfuerzo son muy útiles. Una vez se sufre, puede ayudar la cirugía. Conocido médicamente como ictus, es la segunda causa de muerte más habitual. Se produce cuando tiene lugar la obstrucción de una arteria cerebral o la rotura de un vaso sanguíneo. Este tipo de incidentes cerebrovasculares requieren de intervención inmediata, de ahí el elevado porcentaje de muertes. De nuevo, existen tencologías médicas que pueden ayudar a la detección temprana en un chequeo.
Infecciones del tracto respiratorio inferior y cáncer de pulmón
En este conjunto figuran la bronquitis aguda y las neumonías, que suelen asociarse a otras patologías y, en personas debilitadas, pueden ser mortales. Es el segundo más común del mundo después del cáncer de mama, pero es muy agresivo y de difícil cura. Se vincula al tabaquismo y sólo es tratable en estadios muy iniciales. También, por supuesto, chequeos habituales y modernas tecnologías médicas pueden ayudar a detectarlas antes de que sea demasiado tarde.