La sopa boba existió: no tiene receta pero ese plato para diletantes que tus padres, a buen seguro, te sirvieron alguna vez durante períodos tuyos de holganza laboral​ o estudiantil era, en realidad, uno de los pocos beneficios sociales que existían en la Edad Media, el Renacimiento y la Edad Moderna.

nini 790x395
 

Sostenibilidad de antaño

Lo de la sostenibilidad, aunque no se llamase así entonces, viene de antiguo, porque en los conventos medievales no gustaban de desperdiciar vianda alguna. Nació así una solución de emergencia, consistente en hervir en una misma olla todo lo que sobraba de las labores culinarias del día y sirvió, de rebote, para alimentar a indigentes y menesterosos que, sabedores del compromiso de residuo cero que tenían los religiosos, se agolpaban a las puertas de los cenobios cada día. Por supuesto, y además de pobres, había también en la cola buscavidas diversos, sinvergüenzas y gentes de vida disipada.  No fue, sin embargo, hasta el Siglo de Oro que en España se bautizó a aquella costumbre como sopa boba, término que ha llegado hasta nuestros días para definir toda forma de vida cómoda y a expensas de otro. Vamos, lo que hacíamos tú y yo cuando nos daba por no estudiar ni trabajar y vivir de nuestros padres, que todo el mundo ha tenido una época de esas en la vida.

En el diccionario

La popularidad del término fue tal que la locución figura hasta en el diccionario de la Real Academia de la Lengua para definir procederes como los de aquellos que, sin hacer nada de provecho en favor de la comunidad, disfrutan de una cotidianeidad regalada y con las necesidades mínimas cubiertas. En la época, con todo, había también quienes –estudiantes principalmente- buscaban el sustento no a la puerta de los cenobios, pero sí en tabernas y figones ofreciendo a cambio coplas, cantares y poesías.  Así, precisamente, nació la tuna en España y, más al norte, un curioso tipo de artista a medio camino del vagabundo y el estudiante al que se llamó goliardo. Hoy, por aquello del qué dirán, a la sopa boba la llamamos renta garantizada, ingreso vital o beneficencia, aunque esto último se estila ya poco, porque se considera peyorativo. Si tus hijos son de esos que ni estudian ni trabajan y no pretenden hacerlo, anímales, por lo menos, a que suban un peldaño en la escala social y, por lo menos, hagan el goliardo en vez del vago y, llegada la hora de comer, canten bailen o reciten algo delante de ti y de tu pareja y no en el Tik Tok como hacen ya y sin que nadie les pague nada a cambio. Por lo menos, te reirás.