Cuando alguien es dueño de algo -o actúa como tal- lo debe tener clarísimo: encuestas, consultas y referéndums se convocan sólo cuando tienes claro que vas a ganar y no va a sucederte como le pasó a David Cameron en 2016, así que a nadie le extrañe lo que anda haciendo estos días Elon Musk, propietario de Twitter y, por tanto y mal que les pese a muchos, último y primer responsable de todo lo que se haga en dicha empresa, porque eso es Twitter al fin y al cabo. Ante las exigencias de consultas y referéndums sobre futuros cambios en la política de la app que los usuarios más airados -y más inconscientes, porque parece mentira que todavía crean que en las empresas son como los países occidentales y se rigen por normas democráticas- formulan, Musk ha dicho que sí, que vale, pero que él decide quién vota. Y van a votar, de aquí en adelante y por supuesto, sólo los usuarios de pago, que son los que mejor le valoran. Quien paga, y si se trata de empresas más aún, manda.

 

twitter logo lliure
 

Twitter Blue

El patio anda revuelto en Twitter y unos 17 millones de usuarios -sobre 330 millones de usuarios activos, que bien poco es- andan estos días enredando con encuestas no oficiales -organizadas por ellos mismos, vaya- para exigir a Musk que dimita. De ellos, algo más de la mitad (un 57,5%) dice que Elon debe irse. Ante tal ocurrencia (porque sólo a un tonto se le puede ocurrir pedirle al dueño de la cafetería a la que vas cada día a comentar chismes y pasar el rato que se largue de allí) Musk ha doblado la apuesta: a partir de ahora, consultará cada cambio que se vaya a a hacer, pero sólo podrán opinar los usuarios de pago, que son los que han contratado el servicio Twitter Blue.

¿Quién paga la juerga?

A quienes andan a vueltas con las encuestas en cuestión se les olvida algo: efectivamente, Facebook y Twitter son algo así como cafeterías globales pero con propietario. No son, y eso parece que es lo que cree más de uno, el bar del centro cívico de tu pueblo o del mío, donde las cosas se pueden decidir por consenso porque, al fin y al cabo, es un poco de todos. Si a algo se parecen Facebook y Twitter es a ese bar que te parecía lo más y al que ibas de guaje con tu pandilla pero del que, si enredabas más de la cuenta, te echaban sin demasiados miramientos. Musk mismo se reía esta semana de todo el jaleo al tuitear “aquellos que más quieren el poder son aquellos que menos lo merecen” e, incluso, algún periodista decía que tal afirmación era una ironía ya que, a su entender, el primero que no merece el poder que tiene es Musk. Aquí llegados, creo que conviene recordar algo: el poder, cuando se habla de negocios privados, no lo tiene quien lo merece, porque lo tiene quien se lo gana. Y en este caso, quien se lo ganó en su día fue Musk, que para eso puso una morterada de millones encima de la mesa. Tonterías, por tanto, las justas.