Quizá, sin saberlo ya la hayas experimentado: ¿notas que lo que compras –especialmente los productos de alimentación cotidiana- te cunden menos que antes aunque valen lo mismo. Si es así, eres una víctima más de esta estrategia que sólo es legal si se comunica debidamente. Hablamos de la reduflación, una práctica que la OCU considera "un engaño al consumidor" si no se informa de ella como es debido.

Un concepto que ya tiene un lustro

El término que nos ocupa define la práctica, explican desde el BBVA, “sistematizada y sofisticada” que aplican determinadas empresas para hacer frente a situaciones de incremento de costes y que consiste en reducir la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo o incluso elevando su precio. El concepto lo acuñó allá por 2017 la economista Philippa Malmgreen y lo denominó shrinkflaction o, en nuestro idioma, inflación por contracción. Con todo, la manera común de denominar este proceder es reduflacción.

 

 

Legal, pero sólo a medias

Sí, pero sólo en un caso: si se comunica de manera correcta y explícita antes de que el producto que ha sido objeto de este proceder se ponga a la venta en su nuevo formato. Si no se hace así, estaríamos ante un engaño en toda regla. Pese a ser una práctica común, y si comercializas algo, deberías hacerte una pregunta antes de aplicarla: ¿puede dañar a tu reputación? Este mismo mes, la OCU presentaba un estudio sobre la reduflación y recogía diversos casos: Pastas Gallo, por ejemplo ha reducido el contenido de sus paquetes de 500 gramos a 450 y los de 1 kg a 900 gramos. Al tiempo, Danone ha hecho pasar el contenido de sus yogures de 125 a 120 gramos y la Bella Easo llena sus paquetes de madalenas con nueve unidades en lugar de las diez habituales. Hasta Hero Baby recorta el contenido de sus alimentos infantiles: las cajas de papilla de 410 gramos contienen ahora 340. El detergente Dixan de 37 lavados, se queda según la OCU en 30. Desde dicha entidad, los casos más flagrantes se han remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, ya que se considera una "práctica engañosa" siempre y un "engaño al consumidor en toda regla" si no se explicita de forma destacada en el envase del producto. La organización calcula que hasta un 7% de la cesta habitual de la compra está afectada por esta práctica. Luego se extrañan de que los consumidores elijan marcas blancas.