Nueve años después del cierre de Kellingley, la última mina de carbón subterránea de Inglaterra, el Reino Unido eliminará también el carbón de su sistema de producción eléctrica. Sucederá a finales de este mes, con la clausura de la última central térmica alimentada por ese mineral. El cierre de la planta de Ratcliffe-on-Soar a medianoche del último día de septiembre marca un hito histórico, pues pone fin a una actividad industrial (la producción de energía  con carbón que comenzó en 1882 en Gran Bretaña. Ese año, entró en servicio la primera central de ese tipo, la Edison Electric Light Station de Londres. Las autoridades de los East Midlands, donde se ubica la térmica que ahora cierra, ya tienen planes para la instalación: quieren convertirla en un centro de investigación sobre energía y tecnología.

 

Más renovables

En paralelo al final de la industria carbotérmica, la producción de energía con sistemas eólicos y solares ha crecido aportan ya cada año en el Reino Unido energía equivalente a la que se generarían quemando 28 millones de toneladas de carbón. En precios de 2023, esa cantidad de carbón equivaldría a 2.900 millones de libras o, si así se prefiere,3.440 millones de euros). Desde 2012, las emisiones de gases vinculados al efecto invernadero del sector eléctrico se han reducido un 74%. En ese período, se han cerrado o modificado para funcionar con otros combustibles 15 centrales eléctricas de carbón.

Nueva mina

Al tiempo, los planes que en Whitehaven, al noroeste de Inglaterra, mantenía un empresario para abrir la que se convertiría en la mina subterránea de carbón más moderna del mundo han sufrido este mes de septiembre un revés: un juez de Londres ha dictaminado que el permiso concedido por el Gobierno a finales de 2022 para activar el proyecto es ilegal, ya que se concedió “sin tener en cuenta todas las eventuales emisiones nocivas”. El juez en cuestión, David Holgate  argumenta que la suposición de que la mina propuesta no produciría un aumento neto en las emisiones de gases de efecto invernadero, o que sería una mina neta cero, es jurídicamente errónea. El objetivo de los promotores es destinar la producción a la industria siderúrgica. Con todo, el fallo no pone fin al proyecto, ya que es el Gobierno británico quien debe tomar la última decisión.