Las personas, más tarde o más temprano, fallecen y, cuando eso sucede, quienes conocieron en vida al finado y disfrutaron de su compañía, su amor o su amistad, sufren. A ese sentimiento se le llama duelo y, hasta la fecha, cada uno lo sobrellevaba como podía. Ahora, con la generalización de la IA, no son pocos los que han decidido tratar de sobrellevar la pérdida y el dolor que conlleva echando mano de avatares digitales que, a partir de fotografías, correos electrónicos y vídeos, pueden llegar incluso a interactuar de manera convincente con otras personas.

cementerio pere lachaise paris 9cc8fa2c 2000x1328
 

¿Ayuda o problema?

Los Ghostbots, que así se llaman, pueden en muchos casos suponer una ayuda o un alivio, pero no siempre es así: para superar cualquier pérdida, es crucial aceptarla y asumirla e interactuar con uno de estos avatares complica esta tarea. Pasar página se complica cuando una herramienta digital te permite tener conversaciones aparentemente naturales con alguien que ya no está y que jamás volverá. Los psicólogos que advierten de ello son legión.

Función temporal

Más allá de los riesgos evidentes –un avatar creado por IA puede acabar diciéndote cualquier cosa y las personas que experimentan un sentimiento de pérdida suelen ser sugestionables- los ghostbots tienen también una función positiva: son, sin duda un consuelo y pueden llegar a servir para reconectar con pasados complejos y a aceptar situaciones irreversibles. Si se usan, por supuesto, conviene hacerlo bajo la supervisión de un profesional y con precauciones. La tecnología, en definitiva, sólo es una herramienta que puede ser beneficiosa o perjudicial según cómo se utilice. Al final, conviene tener claro que ése con quien pasas las horas hablando delante de una pantalla para que duela menos la ausencia no es ni tu abuelo, ni tu padre, ni tu esposa: es sólo una recreación tecnológica sin sentimientos creada a partir de la huella digital que dejaron en vida. Quizá, para la salud mental de cada uno, sea mejor hacer lo que se ha hecho siempre: mirar fotos, recordar y, de vez en cuando, visitar el cementerio. Si hay otra vida, seguro que quien te quiso en esta y ya no está prefiere verte allí que delante de una pantalla.