Van a contracorriente y lo hacen porque están convencidos de que carbón, modernidad y eficiencia pueden llegar a ser sinónimos: en China y en casi dos decenas de países más entre los que se cuenta Alemania, el negro mineral forma parte del futuro y, por eso, están construyendo o acaban de levantar nuevas y modernas centrales térmicas. Con todo, los chinos son quienes más confían en las posibilidades del carbón: son los responsables del 52% de las instalaciones de generación energética de este tipo que se están levantando en todo el mundo.
Igual que otros 19 países
A fecha de hoy, una veintena de países está levantando en su territorio una o más centrales térmicas. Todas, sumadas, añadirán 176 GW a la potencia térmica instalada en el planeta y todas, también, son más eficientes que aquellas a las que sustituyen porque no se construyen más térmicas para quemar más carbón: se construyen más térmicas para quemarlo mejor. La mayoría de ellas se ubica en Asia y, así, Bangladesh, la India y Vietnam se posicionan como países que no renuncian a explotar una fuente de energía barata y abundante. Pakistán y Zimbabwe también proyectan centrales de este tipo. Y lo hacen con tecnología china para reemplazar centrales antiguas y muy contaminantes. Aunque las nuevas no evitan las emisiones al 100%, sí que las reducen de manera más que notable. Sea como fuere, China lo tiene claro: antepone el derecho de sus ciudadanos a disponer de energía asequible en un momento de crisis global y aplazan los compromisos ambientales.
También hay nuevas térmicas en Europa
Las nuevas centrales térmicas no están sólo en Asia y África: en 2020, se inauguraba en Alemania, muy cerca de Dortmund, Datteln 4, una térmica de 1,1 GW promovida por la eléctrica Uniper que ha permitido cerrar otras cinco centrales obsoletas y que no cerrará hasta 2048. Tan moderna o más que las nuevas centrales chinas, Datteln 4 dispone de una única unidad generadora de carbón equipada con una caldera carbón pulverizado, una turbina de vapor de 3000 rpm, un condensador, un intercambiador de calor y otros sistemas auxiliares. Es, según sus promotores, un 45% más eficiente que las centrales térmicas de finales del siglo XX y dispone de sistemas de filtrado de emisiones que reducen los niveles de gases responsables del efecto invernadero. Pese a ello, las organizaciones ecologistas la consideran un paso atrás, pero en China, donde se promueven centrales similares, esta oposición o no existe o no se explicita.